Ayer leí un tuit de la hermana de un gran amigo, que decía:

“Me toca ver mucho a gente que trabaja en el gobierno, que se llenan de prepotencia. Si en la vida un día estás arriba y otro abajo, pues más aún en la política, entendamos que no debemos perder la humildad nunca.”

Y es que es importante hoy más que nunca, que quienes estén o estemos del lado de servir a la sociedad, tengamos siempre presente que el “poder” del que se hable (sea mucho, mediano, o poco) lo otorgó la ciudadanía, repito, lo otorgó la ciudadanía.

Se dice fácil, pero a menudo vemos ejemplos de cómo el comportamiento correcto hacia un ciudadano para atenderlo o hacia un periodista para contestarle una pregunta -cosas de elemental educación- se ha perdido…

Y nótese que hoy no quiero referirme a corrupción, excesos, abusos, negligencias, y todas aquellas ilegalidades o torpezas en las que se puede incurrir en la función pública, no; me refiero a la actitud.

Porque una “simple” mala actitud, un trato despectivo, una grosería verbal o ignorar una demanda social, son cuestiones que recalcan o recuerdan a la persona o grupo de que se trate, que forma parte de una sociedad agraviada, ávida de justicia social y de igualdad… y esto, naturalmente irrita y agudiza el mal humor social.

Pues como lo dice Agustín Basave en su libro Mexicanidad y Esquizofrenia:

“La pregunta no es cómo puede prevenirse un linchamiento sino ¿por qué se da? ¿Qué transforma a una comunidad en turba? ¿Qué hace que un grupo de ciudadanos comunes y corrientes se torne asesino?” La respuesta más socorrida es la injusticia, remata Basave.

Como se ve, en lo que quiero hacer énfasis hoy, estimado lector, es en que si bien la corrupción y la impunidad más la negligencia de una fuerza pública que no pone orden y que orilla a veces a que el pueblo haga justicia por sus propias manos, son las principales causantes de la violencia nacional, también la “actitud gubernamental” importa; sí, la actitud de prepotencia o de rechazo hacia un gobernado también incide en que continúen brotando transformaciones negativas en la sociedad, prevaleciendo así un clima de confrontación que lamentablemente a veces se convierte en odio.

Por eso el llamado es en general, a que no olvidemos algo: si creen que tienen lo que tienen por su mérito, pues tal vez en parte, pero reconsideren: este es el país donde el que tiene más, nació casi siempre en mejor cuna.

Sensibilidad, por favor.