En los años 80s el liderazgo obrero visionario de Agapito González Cavazos logró que se implementara en Matamoros Tamaulipas, la semana laboral de 40 horas, es decir 5 días de trabajo por 2 de descanso.

Para quienes iniciábamos la vida productiva resultó muy aleccionador vivir esa etapa, pues nos percatamos desde muy jóvenes como la manipulación de la información operaba eficientemente.

Los medios impresos satanizaban y cuestionaban las ambiciones de los obreros, en la radio no se diga, la incipiente TV comercial también se sumaba a ese linchamiento que concluyó con una persecución política.

Las pláticas de café en voz alta, principal fuente de información de la época, rebosabande argumentos exóticos que rayaban en lo absurdo, pues buscar una semana de 40 horas con pago de 56 en nada se acercaba al comunismo o socialismo que expresaban en esas charlas.

Para quienes pensábamos, a pesar de estar ubicados en el sector comercial de la sociedad, nos sorprendía el comunismo de Brownsville, McAllen y Laredo, Texas, pues ellos desde antes, mucho antes les brindaban la oportunidad a sus trabajadores de laborar 5 días y los dejaban descansar 2.

Conocer la historia o haberla vivido, nos otorga cuando menos el derecho de opinar y si, también recordar los pasajes de vergüenza en los que, por encima de la lógica, se tomaban decisiones tan solo para mantener contento al sector minoritario de la sociedad.

Esa sociedad que se cree todo a pie juntillas, que sucumbe ante los embates de las campañas de desinformación y que duda que sea bueno que el peso se revalorice, pues el “chip” insertado en el cerebro nos acostumbró a vivir permanentemente en una devaluación constante.

Vivimos en esa época la transición del espíritu de un pueblo, de su eminentemente vocación agrícola a la nueva oportunidad de empleo mayoritario vía la industria maquiladora.  

Y vaya que se supo aprovechar, hasta los investigadores reconocieron que era la gallina de los huevos de oro, pero omitieron en sus análisis el reconocimiento al liderazgo obrero, porque el sector minoritario entendió que eso era fortalecer los cacicazgos.

Los grandes capitales se formaron en la región primero con la fiebre del oro blanco, o sea el algodón, y a partir de ahí se acostumbraron a la explotación de los trabajadores, las jornadas diarias de 12 horas de trabajo en la pizca eran naturales, pero allá en el campo, pocos se percataban de ello.

Quienes dominaban la política eran los dueños de los grandes almacenes y los bancos, eran por así decirlo, los más inteligentes pues duplicaban sus ingresos con gran facilidad.

Cuando las tierras se agotaron, producto de la siembra de un solo cultivo, vino la diversidad y el Sorgo le dio una nueva dimensión y una mayor productividad al campo de la región.

Pero la explotación seguía siendo la misma, todavía no llegaba la maquinaria, así que a lo lejos y entre el monte, la sociedad de entonces no alcanzaba a distinguir la diferencia entre el trabajo y el trabajo forzado.

La migración de los más jóvenes hizo que la vida cambiara, ellos no querían vivir más, alejados de la civilización.

Y entonces la sobreoferta de mano de obra en las ciudades fronterizas hizo que se fortaleciera la industria maquiladora, pero a diferencia el campo, aquí las injusticias se conocían rápido y el crecimiento de los liderazgos fue exponencial.

Así que la explotación del hombre por el hombre tuvo que sofisticarse mucho, primero eliminar a los liderazgos avanzados, después dominar con la ley en la mano a los liderazgos emergentes y, por último, frenar el movimiento natural del salario mínimo.

Del año 2000 al 2018, fue la época en la historia del pais donde más se perdió el poder adquisitivo del salario mínimo, en ese tiempono hubo estudios de los académicos que obtuviera algún premio nacional por exponer la disminución del salario en México.

Como dicen los jóvenes, SE SORDEARON.  

Jorge Alberto Pérez González

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