Muchos, pero muchos factores intervienen para que usted y yo no tengamos agua en casa, o que solamente por espacio de unos minutos llegue a nuestras regaderas, tomas de agua o domicilios.
Algunos de nosotros tuvimos agua con una presión demasiado baja, pero salía al menos para lavar los trastes al “pian pianito” (muy lentamente), sin embargo, ya son días en los que la ciudadanía se manifiesta muy encolerizada porque ni tenemos agua ni hay una versión oficial al respecto.
Tan fácil que es tener carácter para salir a dar la versión real y oficial, pero pareciera que en la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado es mucho más importante chatear con los tenistas del futuro que atender las necesidades de una población molesta, iracunda, enca… enojada porque es cierto que en muchos sitios tienen semanas sin el abasto del vital líquido… y ninguna explicación.
Recordemos que la falta de información da origen a los rumores, y éstos tergiversan la información en todos sentidos, motivo por el que no es bueno alimentarlos.
Entendemos el problema del agua no se resuelve por decreto o decisión partidista, mucho menos con oraciones: para que haya agua es necesario, primeramente, que llueva y se recarguen los mantos acuíferos. Cualquier acción que se piense sin ello, imposible de considerar exitosa; posteriormente, habrá que poner atención a una inversión multimillonaria para la rehabilitación de la red de agua potable en la ciudad, considerando que según los expertos, la red de más de ochenta años de antigüedad requiere mantenimiento, porque propicia un desperdicio de más del 40 por ciento del agua que llega.
Mienten los que afirman que no hay agua suficiente: mienten categóricamente, y es porque no quieren asumir la responsabilidad que se ha dejado a un lado históricamente.
Recordemos: 70 por ciento de la superficie del planeta está cubierta con agua, de los cuales el 97.5 se encuentra en el océano. Solo 2.5 del agua es dulce; en 1950 había unos 18 mil metros cúbicos disponibles por habitante: para 2015, solamente había 3,692 metros cúbicos, lo que muestra la falta mundial del líquido, no solamente en Victoria.
El acueducto de gravedad de “La Peñita” data del año de 1923, cuando se crea la oficina para vigilar y dirigir obras y todo lo referente a regular el consumo del agua.
La red se amplió en 1941, y entre 1977 y 1982 se crea la COAPA, incorporando en 1981 los pozos de la zona sur.
En 1992 se incorpora el acueducto de la presa Vicente Guerrero al abasto de agua para todos nosotros.
Con 321 mil 953 habitantes, Victoria enfrenta su peor crisis de falta de agua: tenemos 15 pozos en la zona norte y otras fuentes que nos dan 1,420 litros por segundo.
Comapa tiene un padrón de 117,500 tomas domiciliarias, con un promedio de 3.5 habitantes por toma, es decir, una demanda de 1,428 litros por segundo. Lo anterior nos lleva a una conclusión:
Sí hay agua, y el problema surge por una falta de planeación, obsoleta infraestructura y una administración de recursos hídricos cuestionable.
Como dice un buen experto: ¿Quien tiene ganas de pagar a tiempo cuando no llega el agua? Definitivamente, el asunto es un pago a tiempo y justo, y una respuesta a tiempo y justa; que la autoridad nos diga clara y sinceramente lo que sucede para remediarlo.
Los victorenses queremos agua, y el reto para la próxima administración será la rehabilitación de una red con más de 80 años de existencia, vieja, obsoleta, caduca, que nos desperdicia casi la mitad del agua que llega.
Pero tenemos que participar, autoridades y ciudadanos. De otra forma, no vale y no sirve de nada.

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