El 1 de mayo de 2019 el Presidente López Obrador promulgó una legislación histórica de reforma laboral, cuya implementación total se acerca cada vez más a Tamaulipas.
Derechos sindicales de los trabajadores, firma de contratos colectivos, obligatoriedad de registrar trabajadores domésticos ante los servicios de seguridad social del Estado, y la nueva justicia laboral (tema que toqué en mi colaboración anterior) dan vida a lo más significativo de la reforma.
Ahora, estimado lector, es destacable el interés de E.U.A. en la implementación de esta reforma laboral en México, pues dicho interés es proporcional a los 210 millones de dólares que habrá destinado nuestro vecino del norte al país para que se implemente de manera correcta la reforma.
Y este gran interés, considero, más que al nuevo mecanismo de solución de conflictos que se contempla (léase mi columna pasada), se debe a que la reforma estableció las nuevas reglas de la democracia sindical y negociación colectiva como el voto personal, libre, directo, y secreto para elegir dirigentes, negociar contratos y legitimar o no las condiciones actuales de la fuerza de trabajo.
Porque es una realidad que tras la negociación del T-MEC, en el capítulo laboral se encontraron consensos teniendo en la mira ambos países productividad y condiciones laborales atractivas, respectivamente. De ahí que sea fundamental implementar de manera correcta la reforma: lograr justicia pronta y expedita (priorizando la conciliación); y que de manera auténtica se respete la libertad y la democracia sindical.
Algunas conclusiones:
La reforma laboral bien implementada será el alimento del comercio de los dos países, como dijo Naomi Fellows, consejera laboral y Titular de la Unidad de Desarrollo y Competitividad de la Embajada de Estados Unidos en México; así que más nos vale que no se pierda su espíritu. Las entidades federativas de nuestro país tendrán mucho que ver, Tamaulipas no será la excepción.
Importante que se asimile que se trata de un cambio enorme dentro de los sindicatos emergentes o no democráticos e independientes, todos, viejos o nuevos tendrán que aprender en sus procesos de trabajo, será vital el sano acompañamiento de la autoridad, en las inquietudes en relación a la esencia de la reforma, que implica francas libertades.
Que se respete el derecho de los trabajadores, será fundamental.
Me gustaría cerrar diciendo como laboralista, que no hay que perder de vista a aquellos muchos que no cuentan con otro capital más que el de su capacidad de trabajo, ya que ellos deben confiar en la colectividad.
La solidaridad general, entre ambos países, entre patrones y trabajadores, y entre las venas de los diversos intereses, es el valor que debe orientar a todos los que intervienen e intervendrán a la hora de aplicar la reforma, a fin de que se cumpla el objetivo de transformar el ADN del entorno de las relaciones laborales, y pueda imperar el diálogo y la concertación; solo así fluirá y florecerá la competitividad.