“Pedir cuando se tiene tanto, pero no lo suficiente para acallar el llanto de no saber por qué se llora” ¿Qué le parece esta frase? ¿Tiene sentido? Cuando escribía el articulo dominical, surgió de manera espontánea y desde luego que para mí tenía sentido, al principio parecía ser sólo otra frase más para estructurar una oración que expresara un sentimiento, pero al releer el artículo, me percaté de que la frase tenía un significado que iba más allá de lo que se supone, porque cuando la palabra se convierte en alabanza a Dios trasciende y todo sufre un reacomodo para que el mensaje pueda viajar sin obstáculos por el espacio por donde transitan las oraciones. Más no todo es producto de la inspiración del emisor, la intercesión del Espíritu Santo resulta evidente, porque traduce el sentimiento, al lenguaje apropiado para llegar a su destino.
¿Alguna vez te has preguntado si realmente se encuentra sólo al enfrentar situaciones difíciles de superar? Aquellas, que te hacen sentir agobiado por la desesperación, de esas, cuando parece que no tienes más recursos para enfrentar las crisis o los quebrantos inesperados en la vida, y presumes que el resultado es cargar con una pesada tribulación; recuerda antes de renunciar a todo, que la primera y la única opción es hablar con Dios; no tomes una oración elaborada por otra sufrida alma, que si bien ha tenido éxito en su tarea, hablará siempre de lo que ella necesita y no de tus necesidades. Hay una sola oración para abrir las puertas del cielo, y una vez abiertas, tendrás que decir lo que te dicte el corazón. Si le pides a Jesús que te enseñe a orar, él te responderá: “Cuando os pongáis a orar, habéis de decir: Padre, sea santificado tu nombre. Venga a nos tu reino. El pan nuestro de cada día dánosle hoy. Y perdona nuestros pecados, puesto que también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación” (Lc 11:2).
Cuando habla el corazón, el alma se desnuda ante el Creador, tus palabras te harán ver ante él tal y como llegaste al mundo, sin más pretensión que la de saberte hijo de Dios, y verás un padre misericordioso y paciente que te escuchará y atenderá tu necesidad con prontitud; un padre que sabe que aunque tengas todo para ser feliz y no sientas tenerlo, mientras algo te duela y llores por ello, él sanará todas tus heridas y saciará todas tus necesidades.

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