Lleva mi sana intención el deseo de encontrar la paz y la armonía, sean pues mis acciones consecuentes en la vida, para que no se tiña el firmamento de escarlata, y que la claridad de las palabras que salgan de mi boca, construyan un puente de paz y de alegría hasta llegar al corazón de las almas que hoy se encuentran resentidas;  sean una escalera  de peldaños de oro, para iluminar el día, y de plata, para adornar la noche como estrellas luminosas;  sean del jardín las rosas de belleza extraordinaria, para que con decoro y humildad franciscana, puedan llegar al cielo y despertar el celo de los que presumen ser poetas, pero no llegan a despertar las maravillosas intensiones de Dios, para considerarlos, además de hombres, sus profetas.

Lleva mi intensión la luz para despertar a las conciencias dormidas, que se creen desahuciadas por renunciar a pensar con la certeza a la verdad, de ser nuestra especie por Dios tan consentida, al regalarnos la oportunidad en esta terrena vida, para que con amor podamos trascender a la eternidad que nos tiene prometida.

Lleva mi intensión profesa, llenar de amor el corazón que confiesa amar a Dios con adoración y entereza, sin perder la fe cuando en la vida se tropieza y conoce el perdón de Aquél que conoce debilidades y tibiezas.

Lleva mi intensión no sólo hablar de corazón a los que por ceguera o sordera espiritual hacen el mal sin pensar con la cabeza, a los que privilegian la sinrazón y prefieren la inmovilidad a la acción  que nos permite la dignidad de ser de una sola pieza.

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