La apatía, la falta de carácter y autoridad, la falta de energía en nuestros gobernantes y la conchudez de cientos –miles- de personas nos están orillando, cada día, a un problema que puede suscitar actos de violencia en los que se tengan que lamentar inclusive pérdidas humanas.

La salida de las escuelas es un caos, y cada vez es peor.

Apenas hace unos días comentábamos sobre la labor que hace Tránsito fuera de las escuelas, y brillaron por su ausencia, ubicándose de nueva cuenta en los boulevares, avenidas y calzadas a la caza de automovilistas a quienes infraccionar, al parecer, porque tienen obligación de llegar con determinada cuota de multas.

En los jardines de niños de la periferia y colonias, -como es el caso de Las Adelitas-, la gente no tiene el menor respeto por los vecinos, ni por sus semejantes: llegan infinidad de vehículos solapados por la falta de autoridad y carácter de la autoridad, amparados con placas de esas centrales que no cumplen con la legalidad y que se ostentan como UCD, ONAPPAFA y más, y que a todas luces son vehículos ilegales, de contrabando, que ingresaron en forma fuera de la ley y que, por miedo a no sabemos qué se les ha permitido incursionar, ocasionando que cualquier persona, sin conocimiento del manejo o reglamentos, use estos armatostes y entorpezca a nuestra ciudad, su tráfico y aumente sus niveles de contaminación.

Apenas hace unos días, con modos típicos de una delincuente, directivos de algunas escuelas se jactaban de que en su escuela había orden y se burlaron de algunos vecinos porque éstos, molestos, reclamaban a un sinnúmero de padres y familiares que se estacionan en doble y triple fila, ocasionando un verdadero caos.

Las autoridades de tránsito nunca llegan ahí, no entendemos por qué, porque vaya que les hemos insistido en que nos ayuden a poner orden.

Sudados, mugrosos, escurriendo de la cara, en camisetas y chanclas, shorts mal fajados, se paran, retadores, con los vecinos, y si uno tiene la osadía de decir algo, puede ser objeto –como ha sucedido- de respuestas agresivas que no han llegado a los golpes por la prudencia de los vecinos.

¿No van a la escuela las personas a educarse? ¿Cómo se les puede educar si los directores o directoras –en este caso- no tienen la mínima educación y respeto por los demás?

Inconcebible resulta ver los bochornosos espectáculos que se dejan ver fuera de este tipo de instituciones escolares,pero más inconcebible es que la autoridad educativa permita que ese tipo de personas dirijan, y peor aún, que los directivos de Tránsito no nos ayuden a poner orden.

¿A qué tienen miedo? ¿No pueden imponer orden e infraccionar a esos abusivos que, aparte de circular en forma ilegal se estacionan donde quieren? Hay que hacer énfasis en que además, son personas que circulan sin placas y sin licencia, es decir, violando todo ordenamiento.

Pero no se pase usted a 55 kilómetros por hora porque lo alcanzan y le dedican un discurso represivo y hasta lo amenazan, como  ha ocurrido con el columnista en dos ocasiones durante la semana pasada.

¿Con quién nos quejamos?

Es un reclamo social que se presenta en todos los sectores de la ciudad: no alcanzamos a comprender que se hagan tantas acciones de este tipo, y que el egoísmo de no pensar en los demás nos haga tomar actitudes unilaterales, que no nos permiten convivir adecuadamente.

Tan fácil que es ponerse en el lugar de los demás y pensar un poco en lo que no nos gustaría que nos hicieran.

Es momento de reflexionar sobre lo que deseamos para nuestros hijos: pensemos en los demás, actuemos como comunidad, y por favor, que la autoridad se comporte como tal.

Comentarios:columna.entre.nos@gmail.con