En plena Asamblea Nacional, el Partido Revolucionario Institucional tiene que entregar una serie de resultados que convengan y satisfagan a su militancia y a la sociedad, luego de la estrepitosa caída de junio del año pasado que, por cierto, ha dejado más dudas que respuestas a un pueblo ávido de una nueva forma de gobernar que aún no se pone de manifiesto y que nos afecta en diversas formas a muchos.
El “nuevo PRI” habrá tenido que pensar en sus postulados, políticas, procedimientos y más, porque ya la gente no cree en una devaluada clase política que existe y que en forma insultante se pasea por nuestras calles, demostrando con todo tipo de manifestaciones, la impunidad en que viven, el ostentoso nivel de vida pagado por una sociedad cobarde que no se atreve a denunciar a los que gobiernan, sino hasta que se van, por miedo a perder su comodidad.
Ese PRI debe pensar en aceptar alianzas, candidatos externos y muchas cosas que para los tradicionalistas no están bien. No es posible pensar en esas alianzas entre PRI y PRD, por ejemplo, cuando unos son el basurero de otros, y es a donde va a parar todo individuo que ha sido marcado y rechazado.
Creen unos que se nos olvidaron los Bejaranos y los Duartes: distinto es que no se los restreguemos a diario, pero el pueblo no olvida.
Ya no son tiempos en que el que gobierna manda, ni en el país ni en los estados. Ya son tiempos en que hay que dejar que las comunidades involucradas sean quienes decidan, y dejar de ver al presidente, a los gobernadores y alcaldes como pequeños reyezuelos que todo lo deciden con la soberbia y la contundencia que hacen en cada entidad.
Los candados en el PRI parece que serán eliminados por unos 2 mil delegados según nos han hacho llegar información, obviamente, desde lejos, porque hay que anotar que dentro de su proceso democrático, el PRI no acepta críticas, y cuando algún medio lo hace, inmediatamente es marginado y cierran todo tipo de información.
Creen que estamos en el siglo diecinueve.
Ese PRI que se reúne en el Palacio de los Deportes tendrá que pensar cómo hacer para contrarrestar la fuerza que ha tomado un López obrador y no por él, sino por el rechazo a los que están hoy en día y nos han quedado mal.
Ya la gente está fastidiada de no ver resultados positivos y contundentes.
Ya queremos sentir que nuestros gobernantes son realmente eso.
Y en ese marco, los priístas tamaulipecos estarán entre otras cosas, más preocupados por elegir a su nuevo dirigente de ente siete personas que de lo que acontezca a nivel nacional.
Estarán preocupados de no haberse puesto de acuerdo los siete que buscan ese cargo, con situaciones muy distintas, porque ahora no tendrán el dinero de antaño, y que hoy sí tiene el partido azul.
Hoy, los priístas tamaulipecos pensarán desde una oposición desordenada, devaluada y pobre, gracias al “trabajo” de sus gobernantes anteriores.
Hoy, estarán preocupados en la forma en que deberán de convencer a los tamaulipecos de volver a confiar en ellos.
+probablemente eso sucedería cuando viéramos a alguno de estos bribones que se enriquecieron, en una celda.
Pero tendrán que reinventar formas políticas de desarrollo y tendrán que buscar a los mejores elementos, dejar a un lado la discriminación por género, edad o sector, y hacer unidad, considerando que si siguen jalando cada quien por su lado, nunca recuperarán aquello que perdieron en forma tan estrepitosa.
Están ante la oportunidad de su vida, y deberían aprovecharla al máximo.
Hacer valer su voz en el ámbito nacional –supuestamente tenemos diputados que podrían hacerlo- y pensar en responderle a la ciudadanía, con acciones que saben que todos esperamos.
Porque es el tiempo de reinventarse, revalorarse, y sobre todo, de reasignarse como un partido de representación social. Que pareciera que nunca lo fue.
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