Queda claro que si bien es cierto que avanzamos en eso de los procesos electorales, mucho, pero mucho nos falta para tener cultura cívica, por ignorantes, por no leer y capacitarnos, y por el afán de vivir de la diatriba y el rumor.
Hace falta un cambio real de mentalidad en todos, entendiendo como tales a los funcionarios electorales, del gobierno en sus tres niveles, y los ciudadanos que no entendemos que las leyes son para cumplirlas y no para que se manejen de acuerdo a nuestros caprichos.
La queja generalizada en el país se dio en torno a las casillas especiales, por falta de boletas para emitir el sufragio; ahí, se dijo que era un fraude, que se las llevarían para cometerlo y más lindezas de las que nos tienen acostumbrados esos que quieren un “cambio” para México.
Olvidaron que, según la ley, cada casilla debe manejar nada más 750 boletas para voto de presidente, y son para personas en tránsito y más, y no es al capricho de la gente.
Todo mundo “emperrado” en ir a votar y pasaron hasta cinco o seis horas gritando, mentando madres y tomando calles, en actitudes ilegales que, para variar, nuestras laxas autoridades no supieron contener por miedo a que alguien les diera una cachetada o les tirara con una resortera.
¿No se dijo que eran 750 boletas? ¿La gente no lo captó? Lo anterior nos pone de manifiesto que la capacitación electoral es muy deficiente, y que el Instituto Naconal Electoral no se fijó en capacitar a los ciudadanos.
Muchos no sabían qué hacer cuando vieron la boleta con el nombre de su candidato en tres recuadros, porque el INE envió tarde la información, y porque los medios no quisimos difundirla adecuada y previamente.
Mejor, las grandes cadenas difundieron los ataques entre los candidatos, porque “venden más”, y eso dañó mucho al México querido nuestro, porque dejamos la puerta abierta a ñla violencia.
El columnista recibió un mensaje aterrador: piden algunos, tomar acciones NO VIOLENTAS si no se le da el triunfo a AMLO, y sus acciones son las de organizar tomas de carreteras, tiendas, oficinas, no pagar impuestos, luz, bancos y bloquear los centros de compras masivas.
Y a eso, ¿Cómo se le llama?
No se puede pensar en otro calificativo que el de terroristas, locos, dementes, que no son capaces de participar en una elección en la que debemos exigir el respeto a la voluntad popular, nos favorezca o no, porque finalmente, el voto personal es uno y vale uno, no más, y el que gana lo hace por mayoría, es decir, 50 pro ciento más uno y con eso tiene.
No podemos dejar en manos de irresponsables el país. Imaginamos que ahora nuestros hijos no podrán estudiar, porque los que nunca pasan exámenes de admisión serán ahora obligadamente admitidos, aunque no tengan capacidad intelectual para enfrentar estudios superiores, o que los que no quieren ir a trabajar tendrán su paga segura, y así, los grupos que según algunos candidatos, serán susceptibles de estos beneficios, que muchos conocemos como “becas por holgazanear”, y que darán paso a una nueva generación peligrosa, apática y pasiva, pero muy bronca para reclamar lo que consideran “sus” derechos.
Al momento de escribir estas líneas se cerraba el tiempo para votar sin incidentes registrados de violencia, al menos en Tamaulipas, o no conocidos por la opinión pública.
Bien, por los miles que no provocaron, y muy bien por quien no cayó en provocaciones.
La violencia, y lo sabemos algunos, no deja nada positivo y no aporta a soluciones justas.
Es la tarea que viene: convencer a una nación de que fueron limpias y justas, y que el triunfador es reflejo de la mayoría, nada más.
Que no hay el truco que pensaban que habría, solo un ganador, que será avalado por el pueblo de México.

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