Hay muchas formas de amar a algo o a alguien, lo sabemos bien. Hace poco, he podido conocer la historia de alguien que ama profundamente a México y a su tierra natal Tamaulipas de una forma muy especial: el que se manifiesta a través del conocimiento, su generación y su transmisión a través de la docencia, y que además buscó acercarse a quienes lo hacen como él. Se trata de Raymundo M. Campos, profesor-investigador en el Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México, que estuvo con nosotros recientemente en Cámara de Diputados para presentar su libro “Desigualdades” y a quien realicé una entrevista para saber un poco más sobre su vida.

El hecho de que su base laboral, docente y de formación (ahí obtuvo su maestría) sea El Colegio de México tiene ya de entrada un simbolismo muy importante, pues el Colmex es una institución verdaderamente entrañable que nace a partir de una doble vocación de México: por un lado, la generosidad para con el exilio, en este caso el español republicano de la década de los 30 del siglo pasado, que contaría con la presencia de muchos intelectuales españoles con los que se crearía El Colegio de México precisamente; por el otro, el alto sentido de responsabilidad para con México desde el que generaciones de profesores y estudiantes han dedicado su vida al estudio y la disciplina para construir las instituciones del México postrevolucionario con las que se habría de edificar el Estado moderno, y de las que han surgido profesores y funcionarios tan importantes como Lorenzo Meyer, Gerardo Esquivel, Graciela Márquez o Marcelo Ebrard.

Esa doble vocación de México fue encarnada por dos figuras gigantescas: Alfonso Reyes(1889-1959) y Daniel Cosío Villegas (1898-1976). El primero fue creador y director de la Casa de España/Colmex desde su fundación en 1940 hasta su muerte en 1959, para ser sustituido por el segundo, que lo dirigiría hasta 1963. Cosío fue el primer estudiante de economía de México que pasó por las aulas de la London School of Economics, Harvard, Cornell o la Escuela Libre de Ciencias Políticas de París, y que volvió a México para edificar y nutrir instituciones tan importantes como el Colmex, el Fondo de Cultura Económica o la Facultad de Economía de la UNAM, así como para impulsar y coordinar proyectos medulares de la historia y la historiografía en México como la Historia general de México, la Historia Mínima de México y la Historia Moderna de México.

Así como Cosío Villegas tuvo una urgencia, digamos que dramática, para edificar al Estado mexicano como responsabilidad generacional, Raymundo M. Campos tuvo también algo así como un llamado generacional para estudiar Economía, y para centrarse sobre todo en el problema de la desigualdad, habiendo sido parte de la generación a la que le toca el estallido del EZLN como problema nacional: “en el 94 fui a Chiapas y fue un shock conocer la desigualdad”, me dijo, además de que el contexto en el que tal acontecimiento tuvo lugar (asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, crisis del ’94 y el ’95) fue definitorio para que se fijaran en su mente las preguntas ¿por qué se dan las crisis?, ¿por qué suben las tasas de interés?, ¿por qué a algunos nos les alcanza para vivir y a otros sí?

De sus padres, originarios de Victoria Tamaulipas, heredó el amor por la lectura (ambos cuentan con maestría por el Tecnológico de Monterrey), y cuando su padre le mostró un libro cuyo autor contaba con doctorado quedó impresionado al saber que se trataba del grado máximo de estudios que se puede tener. Ahí quedó sembrada la semilla.

Su trayectoria formativa fue la siguiente: licenciatura en Economía en el TEC de Monterrey campus Monterrey, con beca de esa universidad; maestría en Economía, también becado,en El Colegio de México; doctorado en Economía, becado por el CONACYT, en la Universidad de California, Berkeley.

Ante la oportunidad de seguir fuera de México e irse a Alemania o los Estados Unidos, optó por volver a nuestro país, entre otras razones por ese sentido de responsabilidad por México que le inculcaron en el Colmex: “los estudiantes del Colmex son fantásticos: tienen mucho amor por México y ganas de mejorar”, me dijo emocionado.

El privilegio de haberse formado con los mejores (el Nóbel de Economía David Card en Berkeley; Gerardo Esquivel, Graciela Márquez o Arturo Herrera en el Colmex) ha sido definitorio para este economista de Ciudad Victoria y su influencia no hizo más que reafirmar la vocación que se fue gestando desde los tiempos en que acompañaba a su madre a la UAT, en donde fue profesora por muchos años. Además, Raymundo es un convencido de la evidencia científica y de que podemos construir un mundo mejor con la ciencia, también por ello se dedicó a la academia y volvió a nuestro país para servirlo desde ese ámbito.

Raymundo M. Campos es un apasionado de las políticas públicas, y su interés fundamental se centra en la forma en que se puede generar bienestar a través de ellas, además de que también le interesan el origen de la desigualdad y su historia, la pobreza, el desarrollo de los salarios mínimos, la discriminación y como compartir sus hallazgos de manera didáctica, a fin de que el mayor número de personas que lo lean puedan comprenderlo, es decir, también es un apasionado de la divulgación económica.  A pesar de su formación y logros, Raymundo me confesó “no me considero una persona particularmente inteligente, precisamente por eso, siempre he estudiado mucho, para compensar lo que me falta”.  He de decir que me sorprendió mucho su sencillez y generosidad.

No tengo duda de que su visión sobre los problemas de Tamaulipas es muy interesante,pero sobretodo necesaria, por ello, también le he preguntado a este destacado tamaulipeco ¿Qué hay que hacer para revertir la tendencia negativa en el crecimiento económico de nuestro estado, abatir la pobreza y la desigualdad y “emparejar” a Tamaulipas con el resto de sus vecinos del norte?  Lo que habré de abordar en mis próximas colaboraciones.

Amable lector, lectora, me atrevo a sugerirle promover la obra y trayectoria de Raymundo, para que sirva de ejemplo e inspiración para muchos niños, niñas y jóvenes de Tamaulipas.  Nuestro estado necesita y merece más personas inteligentes, disciplinadas, comprometidas y bien preparadas, así como Raymundo, pues sólo la lectura y el estudio nos hará libres.

* La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión