Hace 5 años del estado de alarma que ante el Covid 19 decretó el Gobierno y que provocó crisis global. Meses después, AMLO y portavoces decían que se darían «pocos casos», que las mascarillas no eran necesarias. Vendrían confinamiento, ruptura de cadenas de suministro, digitalización forzosa de la sociedad, teletrabajo, crisis y revalorización.
La victoria sobre el virus la proclamó la OMS el 5 de mayo de 2023. Los «pocos casos» del 2020 se convirtieron en centenares de miles de muertos por exceso de mortalidad comparado con la etapa prepandémica. A un lustro, la mayoría de las promesas de aprender lecciones de lo ocurrido no se cumplen.
¿Hasta dónde se atropelló el orden jurídico al aplicar estados de alarma? ¿Sirvió el confinamiento? ¿Se creó reservas estratégicas de equipos y medicamentos? ¿Se cuenta con protocolos que impidan que los sanitarios se conviertan en los primeros afectados por un virus? ¿Cuáles fueron los efectos secundarios de las vacunas? ¿Cuáles los efectos del Covid a largo plazo?
Covid-19 nos enseñó que en muchas cosas estábamos equivocados. Se creía que el nivel de preparación de los países de primer mundo frente a una pandemia era bueno, pero durante la emergencia los sistemas de alerta no existían o no estaban preparados. Los recursos humanos en salud pública estaban infra dimensionados y el sistema nacional de salud carecía de gobernanza. Faltó comunicación creíble y eficaz ante la población.
Se hicieron promesas para reorientar y reforzar diversos aspectos en el ámbito de la salud pública que no se han cumplido ante la politización de la pandemia. La clase política no desea sacar del lodo los distintos episodios que conformaron esta crisis para juzgarlos con el objetivo de rectificar errores.
A cinco años, la actitud del gobierno federal es olvidar errores y a las víctimas de la pandemia y de la actividad del crimen organizado. No hay sensatez por lo que los errores se repetirán, sin remedio.
Gobernantes “tocados por Dios”, con derecho celestial a imponer su criterio, a manipular; a continuar en el camino fuera de la ley aunque sus cómplices en Congresos y Senado aprueben cuanta idea sin sustento legal ni ético se les ocurra, para enmendar a modo la vía por la que intentan dar sustento a sus ocurrencias y a mantener complicidad e impunidad.