En Tamaulipas, hablar de violencia contra la mujer es hablar de una herida abierta que no termina de cerrar. Las cifras son alarmantes, según la mas reciente encuesta del INEGI del  2021, 61.7% de las mujeres de 15 años o más han experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida, y 34.2% en tan solo los últimos 12 meses. No se trata únicamente de agresiones físicas; también hablamos de violencia psicológica, económica, patrimonial y sexual.

Los datos más recientes confirman la gravedad; en 2024 los feminicidios prácticamente se duplicaron, pasando de 11 carpetas de investigación en 2023 a 23 en ese año. La violencia familiar sigue siendo uno de los delitos más denunciados. Tan solo hasta noviembre de 2024, la Fiscalía recibió 7,715 denuncias. Sin embargo, hay una cifra negra que no se puede ignorar, miles de mujeres callan por miedo, vergüenza o falta de confianza en las autoridades. Se estima que más de 4,600 casos no fueron denunciados, y solo el 58% de las llamadas de auxilio al 911 terminaron en carpeta de investigación.

Ciudad Victoria, Tampico, Altamira, Madero, Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo concentran los reportes en Tamaulipas. Cada número representa una vida marcada por el dolor, familias fracturadas, comunidades enteras que conviven con la impunidad.

La buena noticia es que en el Congreso de Tamaulipas, la diputación permanente logró la aprobación de una iniciativa que adiciona a la Ley para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. Se incluirá como medida de protección inmediata el uso de dispositivos electrónicos como las llamadas “pulseras de pánico” para mujeres en situación de riesgo.

Estos aparatos, que ya se utilizan en otros estados y países, permiten a la víctima enviar una alerta inmediata y activar un protocolo de seguridad coordinado con el 911 y las autoridades, gracias a su sistema de geolocalización. Son, sin duda, una herramienta innovadora que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte en un momento de emergencia.

Claro que, de nada servirá esta reforma, si no se garantiza una respuesta inmediata de las autoridades. Una pulsera que no activa patrullas a tiempo es solo un accesorio más. El reto está en asegurar que el sistema funcione, que haya personal, que haya voluntad y, sobre todo, que haya compromiso para proteger la vida de las mujeres tamaulipecas.

Esperemos que este paso legislativo, que debemos reconocerle a los diputados,  sea el inicio de un verdadero cambio en la manera de enfrentar la violencia de género en Tamaulipas

En hora buena

Que Dios los bendiga, gracias. 

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