Después de casi ocho años sin contar con un programa de incentivos en la función, es decir, de un programa en el que los maestros podamos acceder a un mejor salario, nos encontramos con la famosa promoción horizontal, la cual se vio mermada por no tener reglas claras ni precisas, por no ser transparente ni con su economía ni con sus reglas, la información bajaba a cuenta gotas, sin embargo, por esa necesidad urgente del docente de ganar un poquito más, se aceptó todo tal cual venia de las autoridades educativas.

Y así vimos a miles de maestros en todo el país con la ilusión de participar para mejorar sus condiciones económicas, con la ilusión de ver por fin reflejada esa famosa frase de la “revalorización docente”, de la cual se habla mucho, pero poco se sabe o quizá tenemos conceptos muy distintos a los que manejan las autoridades educativas federales, porque simple y sencillamente, no lo vemos reflejado ni en el salario ni en las condiciones laborales propias de nuestra función. Dicen que “la esperanza muere al último” y bajo esa premisa, se inscribieron en masa a este programa.

Sorpresa la que nos llevamos al conocer los resultados, que como siempre tampoco fueron muy claros, sino fuera por el apoyo docente que se dio entre los mismos compañeros a través de las redes sociales para tratar de comprender cómo estaban calificando o evaluando a los participantes, simple y sencillamente esto hubiera ocasionado más caos del que ya de origen ocasionó la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM), pero poco duró el gusto del apoyo entre docente ya que entre más se comprendía qué pocos podrían acceder al estimulo prometido, el magisterio comenzó poco a poco a dividirse en un par de horas: maestros federales contra maestros estatales, maestros frente a grupo contra directivos y asesores técnicos pedagógicos, los de mayor antigüedad contra los de nuevo ingreso.

Increíblemente y de manera astuta, aprovechándose de la necesidad de los maestros, el gobierno logró dividir al magisterio y nos peleamos unos con otros en redes sociales, nos resentimos unos con otros en comentarios fuera de lugar por un programa que no debería de existir. Con ese tipo de programas, el gobierno nos tira unas monedas al piso y nos lanzamos por ellas de manera intempestiva. Y todo por no tener en los hechos un salario ya no digamos profesional, un salario por lo menos digno.

¿No sería bueno que, en lugar de dividirnos, nos unamos todos para exigir un salario profesional parejo que impacte a todos? ¿No sería bueno exigir que no nos deberían poner a competir unos contra otros? ¿Qué no hemos dejado constancia que el magisterio ha sido responsable y ha estado al cien por ciento con nuestro país y su sociedad en los momentos más difíciles, sobre todo en el último año y medio en plena pandemia mundial?

El magisterio nacional tiene mas que merecido un salario digno y profesional, sin necesidad de ponernos a competir unos contra otros, el magisterio nacional debe estar fuerte, pero mas que nada unido en una sola voz para lograr un mejor salario y mejores condiciones laborales para desarrollar nuestra labor educativa en bien de nuestros educandos. El magisterio nacional no debe estar mendigando unos pesos para unos cuantos. Todos unidos podemos lograrlo, exijamos en una sola voz lo que realmente necesitamos como trabajadores de la educación. Estamos a tiempo de no caer en las trampas e irregularidades que por años han llevado a la práctica distintos gobiernos sin importar el color. Los maestros no tenemos colores, tenemos la única urgencia de realmente ser valorados, no con discursos bonitos, sino con hechos. ¿Quién podrá por fin escuchar al magisterio?
Reyna Campuzano Salinas, secretaria delegacional del SNTE, vocera del Movimiento Magisterial de Tamaulipas (SNTE MMT). Twitter: @RCampuzano, Facebook: Reyna Campuzano Salinas