En mi cuenta personal de twitter, estimado lector, destaqué que en unas de las declaraciones vertidas por Gustavo de Hoyos, Presidente Nacional de COPARMEX, al presentar la propuesta patronal en torno a una nueva política tributaria, se describía inmejorablemente el pulso de la mayoría los mexicanos.
Estimo, por la valía del contenido, que vale la pena compartirlo también con Usted en este espacio:
“Los mexicanos ya no estamos dispuestos a permanecer más en el círculo vicioso de un gobierno que se preocupa por recaudar más sin ampliar la base de contribuyentes. No podemos seguir experimentando a una clase media que ha dado más y más y sin recibir a cambio servicios públicos de calidad. No podemos seguir aportando más recursos a gobernantes que no deciden comprometerse con la transparencia, la rendición de cuentas y el combate a fondo a la corrupción. No más recursos desviados para que gobernantes corruptos roben a diestra y siniestra mientras se burlan de nuestro sistema de justicia”.
Tal cual es, considero, el sentir de los mexicanos que sí trabajamos, que sí producimos, que sí nos cuesta ganar cada peso y que pagamos excesivos impuestos; nótese que empleo la palabra excesivos pues así resultan si se analiza lo que recibimos a cambio de su pago.
Porque seguro estoy que si nuestros gobiernos cumplieran a cabalidad con sus deberes constitucionales, gustosos nos someteríamos al esquema tributario actual, con todo y su nula simplificación.
Pero, no, no sólo es sistemática la ineficiencia para garantizarle a sus gobernados sus derechos fundamentales, sino que hay una mayúscula irresponsabilidad en la orientación y ejercicio del gasto público, y un enorme saqueo cuya característica fundamental es la insaciabilidad, aún a la par de los esfuerzos ciudadanos por revertir el fenómeno.
Y dentro del divorcio entre sociedad y gobierno, en el tema fiscal veo una buena y una mala. La buena es que COPARMEX presentó una propuesta que, entre otras cosas, contiene el ampliar, ya, la base de contribuyentes, para que no siga prevaleciendo el asfixiamiento sobre una clase media que ha sido por mucho, la gran víctima de la reforma fiscal de 2014, y, bajar a 24.6 por ciento el impuesto sobre la renta que hoy está en 30%; la mala es que el Secretario de Hacienda, no obstante que la propuesta está técnicamente respaldada en cuanto a su viabilidad, dijo que ve “poco margen” de maniobra para realizar ajustes del tipo.
Ojalá reconsidere. Porque donde no percibimos que haya “poco margen” de maniobra es en los jugosos negocios de corrupción que siguen rigiendo en nuestra clase política.