Una crisis deja de manifiesto las consecuencias de contar con población envejecida, en riesgo que, de no revertirse, traerá problemas futuros a economías desarrolladas que están por debajo del nivel de natalidad para sostener la población. Covid- 19 se ceba con la salud de millones de personas en el planeta. Los economistas ponen de manifiesto una situación que no preocupa a la población, pero que cada vez más cobra importancia a la hora de llevar a cabo políticas.

Aunque se ponga de manifiesto en economías desarrolladas, afecta al mundo. Como ocurre con la deuda, no le damos importancia pues los efectos se producen a largo plazo. Esto provoca que los gobernantes, dejen de lado temas (descenso de la natalidad en Europa y EE. UU., donde alcanza mínimos históricos) y se centran en asuntos de corto plazo. Asuntos como conciliación laboral, elevado desempleo juvenil, mala situación que atraviesan las economías o la inestabilidad económica y política, llevan a la natalidad a mínimos históricos y provoca envejecimiento rápido con caída de población joven, resaltando población envejecida, pico de mortalidad que, proyectado a fin de siglo, acabará con decenas de miles de personas en años.

Países con mayor índice de emprendimiento podrían ser economías líderes, aunque hoy sean poco destacables en el ranking con mayor nivel de actividad empresarial, por renovación del tejido empresarial gracias a la iniciativa empresarial que genera la población de jóvenes y trabajadores que, en un futuro, debe sacar adelante sus economías. En 2005, la población europea en edad de trabajar era 12% de la población activa mundial, para 2050 se espera sea 6%, el declive de Europa. Esta situación es similar en EE. UU., aunque sea menos manifiesto por la cantidad de personas que llegan al país cada año. La economía líder en el mundo prevé seguir ensanchando su caída de la natalidad, previendo reajustes a la baja en un número de nacimientos de mínimos históricos.

Un desplome en los embarazos de entre 300 mil y 500 mil nacimientos menos al año, siendo el inicio de la gran caída en 2021. Las economías desarrolladas se están despoblando de jóvenes. En España las previsiones arrojan merma en la población para el año 2100 que acabaría con el 50% es decir, despoblando al país del 50% de su población y acabando con 23 millones de personas que habrán fallecido.

Esta situación se considera paradoja, pues a mayores medios, a mayor renta per cápita, debía existir mayor natalidad. Sin embargo, países menos desarrollados, con menores recursos, presentan mayores niveles de natalidad. Thomas Malthus lo definía, restricción moral, situación en la que, con el fin de evitar sufrimiento general de la población por de falta de abastecimiento debido a posible sobrepoblación, la sociedad decide dejar de tener hijos y contar con mayores recursos, a repartir entre menos personas.

El emprendimiento es un factor de sostenibilidad de los tejidos productivos futuros. Si tuviéramos en cuenta la natalidad como factor de sostenibilidad de la población futura, descartando la inmigración como factor de crecimiento poblacional, estamos ante una sociedad insostenible. Por ejemplo, España y su sistema de pensiones, se espera que, en el 2050, la tasa de dependencia (mide la relación entre cotizantes y contribuyentes al sistema y pensionistas y receptores del sistema) llegue a la paridad, un cotizante por un pensionista, situación que, ni subiendo los salarios desmesuradamente, podrá corregirse si no es con un notable incremento de la población activa.

En base a la merma poblacional que sufriría España, se espera que su economía, por PIB, descienda al puesto 48. Si tenemos en cuenta que se establece correlación que señala que, a más progreso, menor tasa de natalidad, conforme se consolida el crecimiento de las economías, el crecimiento de su población caerá, llevándonos a situaciones en las que, se cuestiona si nuestro modelo de vida futuro será el mismo que el que hoy presenta nuestro planeta.