Abre tus ojos amada mía, para que veas la luz que te ilumina, no son los años ni la enfermedad la que te domina, es la falsa idea que has creado, sobre tu cuerpo envejecido por el tiempo, la que te tiene postrada.

Abre los ojos amada mía, y déjate llevar por la armonía y la paz que en este reposo prolongado ha logrado tu mente generar, para que tu cuerpo se pueda regenerar y se conecte de nuevo con la vida.

Abre tus ojos amada mía, cuando escuches la palabra que despierte a tu espíritu dormido, que en espera, ha permanecido en la quietud de tus sueños más queridos.

Abre tus ojos amada mía, para que viendo los míos, recuperes la mirada que te hacía maravillar tanto de las obras que por tu fe, se fueron integrando a tu hermoso cuerpo, para sanar las heridas del pasado.

Abre tus ojos amada mía, y podrás ver cómo tus brazos y tus piernas, empiezan a sentir la fortaleza que te había abandonado, al pensar que en este largo proceso estabas sola, cuando la verdad, es que siempre estuviste conmigo.

Abre tus ojos amada mía, y que regrese a ti la palabra hablada, para poder oír de tu boca lo que me quieres decir y te habías guardado, para escuchar de nuevo cuánto has amado, para escuchar que el amor es lo que te mantiene aquí, donde tantas almas te han necesitado.

Una palabra mía bastará para sanarte, porque quien tanto ha amado, me ama a mí y yo te concedo la vida para que seas feliz.

Palabra de Dios.

Señor, mi Dios, mi todo, sé que estás aquí, que me ves y me tocas, creo en ti y creo que estás en mí, creo en el poder de tus palabras de vida eterna.

 

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