Jamás en los registros del Centro Nacional de Huracanes había pegado un ciclón de categoría 5 en alguna parte del largo litoral del Océano Pacifico en México.

Pero esto no es lo sorprendente, lo verdaderamente impresionante fue la rapidez con la que pasó de Tormenta Tropical a Huracán 5.

Lo datos se tienen que obtener por proyecciones satelitales, hasta que interviene la NOAA, (National Oceanic and Atmospheric Administration) con sus aviones cazadores de huracanes para modificar las proyecciones de velocidad tiempo y tamaño del fenómeno.

El martes 26 de octubre a las 3 de la mañana se emitió la alerta de la formación de un huracán, a las 9 de la mañana apenas se consideró la posibilidad de un crecimiento, pero es hasta las 12 del mediodía que le dan ya la calidad de Categoría 1 en la escala Saffir-Simpson con vientos de 128 km por hora, es ahí cuando se pronostica un rápido crecimiento por la cercanía con la costa y las aguas más cálidas.

A la una de la tarde el avión caza huracanes reporta que las predicciones han estado por debajo de la velocidad que tienen los vientos, y se lanza la alerta para la costa del estado de Guerrero, para las 3 de la tarde el huracán Otis alcanza la categoría 3, es decir vientos de 200 km por hora y a las 6 de la tarde alcanza la categoría 4 con vientos de 230 km por hora.

A las 9 de la noche el Centro Nacional de Huracanes pronostica un escenario de pesadilla para Acapulco, el Huracán alcanza los 250 km por hora y llega a la categoría 5 la máxima de la escala.

No hubo tiempo de evacuación, la rapidez con la que se desplazó y con la que alcanzó el máximo nivel hizo que solo los muy perspicaces se dieran por enterados, todo aquel que no siguió la trayectoria y las alertas del NHC, ni por enterado se dio del fenómeno.

En punto de las 12:25 de la madrugada del miércoles, exactamente por las playas de Puerto Marqués, toca tierra arrasando con Punta Diamante, la Bahía de Acapulco y penetra en la sierra sin perder fuerza pues todavía ya cerca de Michoacán se mantenía en categoría 3.

La intensidad del fenómeno devastó Acapulco, las comunicaciones colapsaron y seguramente llevará meses la recuperación, en los primeros informes que se pudieron obtener se habló de 1 víctima mortal, recordando al huracán Catrina en Nueva Orleans, sinceramente creo que el dato jamás fue correcto.

Si las proyecciones por computadora fallaron, y el crecimiento de Otis fue muy rápido, estamos ciertos que no hubo manera de prevenir y proteger a los habitantes, así que el recuento de los daños será severo y bastante preocupante.

Escribo esto el viernes, hasta el momento la versión oficial de los fallecidos es de 27 más 4 desaparecidos, pero sin duda esto obedece a que no hay acceso a las colonias de lo alto, pues el llegar es literalmente imposible, ya ven ustedes que hasta el presidente tuvo la genial idea de trasladarse en “Yipeta” a Acapulco, terminando por acaparar la atención de todos los antis y olvidando en las primeras horas posteriores al desastre, lo verdaderamente importante, las víctimas.

Lo que tenía que suceder sucedió, vino el desabasto con ello el desorden y la rapiña, basta recordar a Catrina en Nueva Orleans para hacer un símil de lo que sucedió el jueves por la tarde y el viernes en Acapulco.

Y recordando cifras, Catrina llegó a huracán categoría 5, tardó 3 días en azotar Nueva Orleans, por lo que hubo alertas y desalojos a tiempo, sin embargo, fueron casi 1,600 muertos en Luisiana, y su restauración llevó años, Catrina pegó en 2005 y todavía hoy 18 años después la población piensa que no han terminado de reparar los daños.

Pero antes en 1998 en varios países de Centroamérica, el huracán Mitch provocó la muerte de 18 mil personas, siendo Honduras donde más estragos causó. Tanto Catrina como Mitch alcanzaron la categoría 5.

El próximo lunes, cuando ya hayan llegado todos los medios de salvamento posibles, seguramente se tendrán cifras más cercanas a la realidad, que no llegarán a los números de Nueva Orleans, pues esta ciudad está asentada a 8 metros bajo el nivel del mar, pero que seguramente nos impresionarán, porque en Acapulco sencillamente es OTIS LA SORPRESA.

 

Jorge Alberto Pérez González

 

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