Estamos en la fase final para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible en los plazos que se trazaron en Naciones Unidas en septiembre de 2015, los cuales establecieron un modelo para la prosperidad compartida, en la que exista un desarrollo sostenible, se ponga fin a la pobreza y se proteja el medio ambiente, garantizando a todas las personas condiciones de igualdad.

Cuando la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible fue adoptada, el mundo enfrentaba diversos conflictos, tales como los efectos del cambio climático, una persistente desigualdad e infinidad de conflictos bélicos. A unos años de su implementación entre los países integrantes de la ONU, en el Informe de Desarrollo Sostenible 2019, se advirtió, que, si bien había avances, todavía existían grandes desafíos.

Por ello, en septiembre de 2019, se promovió una “década de acción” para acelerar el progreso en la implementación de los ODS, la cual requería más recursos y alianzas entre todos los integrantes de la sociedad.

Ese plan se enfrentó a un desafío inesperado y con efectos sistémicos: la pandemia de COVID-19. El impacto de esta crisis sanitaria puede desacelerar el logro de los ODS o, incluso, poner en peligro los avances alcanzados, al combinarse con la crisis económica, mas donde la pobreza, los niveles de informalidad y el desempleo son más altos.

La pandemia tiene un efecto en cadena; por ejemplo, en materia de salud pública (ODS 3 “Salud y bienestar”), la creciente demanda de los sistemas de salud y el temor a los contagios, han llevado a miles de personas a suspender tratamientos y a no asistir a centros de salud para tratar otras enfermedades.

En cuanto al ODS 4 “Educación de calidad”, la interrupción de las actividades escolares y la adopción de los esquemas a distancia han dejado en desventaja a quienes no pueden acceder a medios electrónicos. Además, la recesión económica, el cierre de negocios, la pérdida de empleos generada en el mundo, han incrementado en 71 millones de personas a quienes vivirán en pobreza extrema (ODS 1 “Fin de la pobreza extrema”).

En estas circunstancias, las entidades de Fiscalización Superior, como la ASF, debemos estar atentas para observar la evolución de la pandemia, e identificar áreas de mejora en la implementación nacional de los ODS. Por ello, la ASF, retomando las mejores prácticas internacionales, decidió incluir en cada auditoría de desempeño un resultado sobre las actividades de las instituciones auditadas para cumplir la agenda 2030.

En específico, la Auditoría Especial de Desempeño pone atención en los indicadores de cumplimiento de los 17 objetivos de desarrollo sostenible en tres vertientes:

1) La totalidad de sus auditorías programadas analizan el avance en la implementación de la Agenda 2030, desde las políticas públicas que se auditan.
2) Se realizan periódicamente auditorías a las entidades encargadas de coordinar la implementación de la Agenda 2030.
3) Se monitorean periódicamente los avances referentes a la Agenda 2030.

La AED inicia la revisión con el análisis de la vinculación de la acción gubernamental con las metas de la Agenda 2030, continúa con la fiscalización de las actividades para implementar y dar seguimiento

En 2017, la ASF realizó 95 auditorías de desempeño se relacionaron con la Agenda 2030, para identificar políticas públicas que pudieran ser obstáculo para la consecución del ODS, vinculado con la acción gubernamental; respecto de la preparación, implementación y seguimiento de la agenda y buenas prácticas. Por otra parte, en la revisión de la cuenta pública 2018 se evaluaron los avances del Consejo Nacional de la Agenda 2030. Como resultado de esto se señaló que era conveniente revisar e implementar metas nuevas para valorar los avances y proponer acciones de mejora.

brunodavidpau@yahpp.com.mx