Siempre hay una hora del día en el que muchas personas suelen sentir nostalgia, y la mayoría coincide en decir que es por la tarde noche; el por qué pasa esto, nadie lo sabe con certeza, pero desde mi muy particular enfoque, el motivo es estrictamente personal, nadie que yo conozco me ha confesado que la causa sea común, pero en lo que sí coinciden, es en el hecho de sentir una especie de vacío existencial. En una ocasión me puse a observar con detenimiento lo que me causaba tal sentimiento, y tuve la misma dificultad para definir el motivo, pero cuando me dijeron que describiera la sensación, pude comentar lo siguiente: Es como si fueras subiendo una escalera buscando llegar siempre a lo más alto, y cuando llega el atardecer, te detienes porque encuentras a tu paso una puerta, misma que para seguir adelante tienes que abrir y pasar a través de ella, pero el sólo hecho de no saber qué hay detrás de ella, te intimida; volteas hacia atrás, y puedes ver cada uno de los peldaños que has subido, se ven firmes, y eso te ha dado seguridad, pero no sabes si al abrir la puerta podrás encontrar más escalones. Cuando logras vencer el temor y decides abrir, te encuentras con un espacio muy amplio, sabes que debes seguir caminando, pero el hecho de no haber escalones te intimida aún más.
Tratando de interpretar esta evocación, he llegado a la conclusión, de que la escalera significa el paso por la vida, cada peldaño es una medida de tiempo, el atardecer es el estado de mediana edad, etapa en la que te preguntas si todo lo que has vivido ha valido la pena, y si estás satisfecho con el tiempo transcurrido; en ese momento haces una análisis de tu existencia y te encuentras con el hecho de que quizá te faltó algo por hacer, que tienes un pendiente, quisieras regresar y encontrar el peldaño en el cuál se suscitó el hecho no concluido, pero sabes que si regresas podrías enfrentar de nuevo mucho de los retos que ya lograste vencer. El gran espacio detrás de la puerta sin escalones, resulta ser la vida espiritual, si tienes fe podrás caminar sobre él, si tienes fe no tendrás ninguna duda, ni sentirás que dejaste a tu paso algo pendiente por resolver, si tienes dudas, no abrirás la puerta y te quedarás a la mitad del camino, valorando todo aquello a lo que le has dado un valor y te aferras a no perderlo.
Yo no sé usted mi estimado lector, tal vez ni siquiera ha tenido esa sensación de nostalgia al atardecer, pero cuando le toque vivir la experiencia, le deseo que su fe, al menos sea del tamaño de un grano de mostaza, para que no titubee y camine con paso firme por el camino de la verdad y la vida.

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