Aunque traten de hacerte sentir nada, no caigas en la trampa de los que tratan de opacarte, tú vales mucho, no dejes de amarte.

Deja de sufrir por todo lo que te digan y no es para ti, piensa en la desesperación de aquellos que todo lo quieren solucionar llegando al extremo de dañar tu alma tranquila.

Mas, no dejes de maravillarte por las cosas buenas que están sucediendo en el mundo, en tu país, en tu estado, en tu ciudad o en tu propia familia. No te dejes abrumar por las malas noticias, que por cierto, tienen mayor difusión que las cosas buenas que están ocurriendo todos los días; mira con optimismo hacia adelante, y si tienes que vivir intensamente el presente, vívelo en armonía con todas las cosas, respeta tu cuerpo, tu mente y fortalece tu espíritu; no dejes morir el pasado, porque moriría una parte importante de tu presente y de tus anhelos para el futuro. Nadie es poseedor de la verdad absoluta, tú  crees en algo o en alguien, pero, antes de creer en ti mismo, asegúrate de tener un sustento espiritual fuerte, porque la carne es débil y vulnera tu voluntad.

Muchos nos invitan a pararnos al borde del precipicio aludiendo que no hay más vida que la que estamos viviendo, seguro estoy, que el que no tiene esperanza, es porque algo importante murió en su interior debido a un lamentable trauma sufrido.

No derroches tu vida inútilmente pensando que te sobra demasiado tiempo para arrepentirte de aquello que sabes estuvo mal hecho, mas, no te sientas perdido, porque bien sabemos que somos imperfectos, pero, alentamos siempre el deseo de ser mejores, cuando tenemos conciencia de lo bueno y de lo malo.

Ríe mucho, porque la risa es saludable para tu espíritu, mas, nunca te rías de las desgracias ajenas, y si has de llorar por un motivo, que tu llanto sea sincero, porque es la única manera de aliviar el dolor de un corazón arrepentido.

Algún día te darás cuenta de que quien siempre está a tu lado tiene nombre y te ama como nadie te ha amado. No alimentes la duda, porque no logras verlo, estoy seguro, que algún día lo habrás de sentir en tu corazón y lo reconocerás de inmediato, porque Él ha venido a tu encuentro sin que tú lo hayas ido a buscar.

Ayer, Jesús camino a mi lado, se compadeció de mí y me hizo sentir la fuerza de su misericordia, calmó mi ansiedad con el armonioso canto de las aves, refrescó mi cuerpo con una suave brisa y su Espíritu Santo me acompañó de regreso a la vida.

 

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