No esperaba ser testigo de una nueva edición de aquellos trepidantes eventos tricolores, en donde los registros de aspirantes del Revolucionario Institucional a alcaldías y diputaciones locales eran una romería.
Pero lo admito, tampoco esperaba ayer ver este nuevo rostro del apenas unos años atrás partido hegemónico. Y fue una agradable novedad.
Nombres, apellidos y rostros frescos, mezclados entre sobrevivientes de la nomenclatura histórica, ofrecen un escenario interesante para el futuro inmediato del PRI en Tamaulipas.
Los registros de este domingo fueron un revés para quienes se han cebado en explotar el perfil priísta como dinosaurio en extinción. Si el PRI fue capaz de motivar a sangre nueva para no sólo militar sino también ser abanderados del mismo en un proceso electoral, sin duda también podría ser capaz de calar en el ánimo de los votantes, en muchos casos hartos de las mismas caras e historiales y de largas colas qué pisar.
En realidad, no debería ser sorpresa. Su dirigente, Edgar Melhem, recorrió durante meses de punta a punta y rincón por rincón al Estado, para lograr adhesiones que valen mucho más por darse en un clima de crisis y de triunfos improbables.
Pero lo consiguió. Y ahí están los resultados…
¿EN DÓNDE BUSCAR EL VOTO?
Si le preguntaran a un matemático en dónde deben concentrar sus esfuerzos los partidos para triunfar en las urnas el próximo 6 de junio, en la fría lógica de los números diría que en las cabeceras urbanas con mayores cifras de votantes.
La visión sería correcta. Y no lo sería.
Trataré de explicar la aparente contradicción.
Desde luego que dominar en los polos urbanos más poblados es el mandato del sentido común, pero ser la primera fuerza citadina en un escenario tan fragmentado, donde las diferencias entre primeros, segundos y terceros lugares son de apenas unos miles de votos y a veces sólo cientos, una alcaldía o una curul dependerá hoy como nunca de la postura del campo.
Sin duda, tiene sustento “echarle todos los kilos” a cabeceras como Nuevo Laredo, Tampico y Madero, en donde el área rural no existe o apenas se percibe como en Victoria, pero en Tamaulipas hay comunidades como Reynosa, Río Bravo, Matamoros, San Fernando, Mante y Altamira, que representan globalmente alrededor de 650 mil sufragios y cuya densidad demográfica agrícola y ganadera se equipara a la urbana.
Parece simple aconsejar trabajar entonces en el campo, pero hay una realidad incuestionable: Los hombres y mujeres del agro tamaulipeco están enojados y en la medida en que puedan convencerlos de no ser los responsables de sus desgracias, sumarán o restarán los votos que necesitan a sus colores.
Como dice un viejo refrán: El que tenga más saliva tragará más pinole…
UNA JOYA EN DISPUTA
La joya económica y electoral de la corona tamaulipeca, Reynosa, enfrenta un escenario interesante.
Tal vez MORENA no tiene para el 6 de junio un panorama para el regocijo en gran parte de Tamaulipas, pero en Reynosa vive otra historia.
El diputado local Rigoberto Ramos, empresario con excelentes relaciones en la cúpula nacional del gobierno y partido, ha sorprendido a quienes ya sentían la candidatura de la alcaldía en el bolsillo.
Un dato lo refleja: De las 530 colonias que tiene ese municipio, el diputado local ya ha recorrido 495, en seguimiento de la chamba lopezobradorista del cara a cara como fórmula de acercamiento popular. Hasta ahora ninguno de los aspirantes ha hecho la tarea en ese rubro. Literalmente, les ha comido el mandado a sus competidores.
Si se añade a eso su belicosidad en el Congreso Local, donde gracias a eso se ha convertido en “el coco” para el Gobierno del Estado, será difícil tumbarle la candidatura. Al tiempo…
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