Siempre que me conecto al nuevo día, antes de salir de casa, dirijo la mirada al cielo buscando una respuesta para justificar el progresivo deterioro de nuestro medio ambiente, veo personas, que tal vez con buena intención, sacan la basura temprano, pero desafortunadamente no cuentan con un depósito adecuado para colocarla, de tal manera, que utilizan bolsas de plástico, ésto les facilita a perros y gatos, seguramente hambrientos, el romperlas para extraer lo que para ellos se traduce como alimento; incluso, he observado, que personas de buena voluntad depositan alimento en algún traste o en bolsas de plástico y al acceder a ellos no pueden evitar que se derrame el material orgánico, proliferando por ello fauna nociva.
Siempre que me conecto al nuevo día, antes de salir de casa, le pido a mi esposa me dé la bendición, en ello va la súplica a Dios de que me cuide en el trayecto y la estancia en mi trabajo, porque nadie me ha de negar que a temprana hora de la mañana, los vehículos que circulan aumentan y van a exceso de velocidad, y con ello se corre el riesgo de que algún conductor que va de prisa, pueda colisionar con otro auto o pueda atropellar a algún transeúnte.
Siempre que me conecto al nuevo día, le pido al Creador me dé la suficiente fortaleza para acudir a mi trabajo y con alegría poder servir a mi prójimo con la calidad y calidez que se merece, pero he de reconocer, que el panorama epidemiológico actual, denota un aumento relevante de casos de problemas de salud mental, situación que resulta ser un importante problema de Salud Pública, de no muy fácil solución.
Dicho de otra manera, si bien es cierto que nuestro sistema de salud no es el más eficiente y efectivo en nuestro país, ésto, no se lo podemos atribuir a un solo factor, pero es de tomar en cuenta, que en ello mucho tiene que ver el hecho del peso que tienen los determinantes políticos, ya que el impacto que tienen sobre las condiciones de vida y salud, por lo general privilegian en primer término, las estrategias del Estado para conservar o mantener un control asfixiante sobre la población, que por necesidad sustenta el estado hegemónico que lo domina.
Hoy por hoy, no estamos ni mejor ni peor, pero cada vez se suma un mayor esfuerzo de los operadores de salud para mantener, al menos, la imagen que se nos vendió en nuestras primicias como Agentes de Salud al Servicio del Estado, donde siempre se nos exigió “Ponernos la camiseta” en las buenas y en las malas.
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