Porfirio Díaz se fue cansado de representar poder en tanto otros lo ejercían. Eligió irse a una guerra fratricida. Los revolucionarios y los robolucionarios tardaron una década en acordar el reparto del botín. Los Constituyentes, liberales la mayoría, martirizada su mente por milenios de esclavitud y sometimiento del pueblo y con el deseo de libertad en la Constitución del 27 privilegiaron al desposeído sin pensar en el trabajo. El gran perdedor al perder el trabajo es México.

La película, “Desapareció una noche”, muestra al ser humano. No hay reglas, leyes, ni estremecimiento de emoción que hagan cambiar, acaso sufrir y prometer un cambio. Los Constituyentes, como la estrella de la película, tomaron su decisión acorde a la moral, a lo correcto. Su pensamiento de libertad e igualdad, bello lema, pensamiento enorme, sin embargo, pasado el susto, las personas continúan su vida y el lema se olvida, se pervierte.

Luego de una década de muerte y Calles fuera del país, Cárdenas inicia un cambio estructural que duró 40 años con vicios conocidos, corrupción, favoritismo, etc. Díaz Ordaz abrió fuego para contener la exigencia de democracia y cambio social. Echeverría igual y gastó dinero público, bueno si se invierte y produce, malo si se gasta, fue malo. López Portillo tiró miles de millones. La deuda externa llegó a 80 mil millones de dólares, hereda crisis a de la Madrid. Salinas, buenas y malas: Asesinatos, corrupción, crimen organizado, comandante Marcos (de no creer lo que pasaba, y apenas iniciaba el año), Colosio y Ruiz Massieu, el error de diciembre. PAN a Los Pinos y en 18 años, López a Palacio. Previamente Peña llevó la deuda externa a 7 billones de dólares. López Portillo es un infante.

La peor herencia del régimen es el clientelismo, en eso terminó la ideología liberal de 1917. Repartición de dinero y bienes a cambio de sometimiento, complicidad y votos, y la concentración de riqueza prosiguió. Esta enfermedad crónica enfrenta el amago de auténticas elecciones.

No se podía robar el proceso, a ganar votos dando dinero o bienes, y cada sexenio saqueando más ferozmente. El actual siglo es corrupción absoluta, sin contrapeso, es el avance de la mugre sobre el jabón. López, gobernadores y alcaldes hacen lo mismo. El sistema democrático se pervirtió. No conviene tener ciudadanos serios e informados que elijan lo correcto. El gobierno genera millones de limosneros que votan a cambio de bienes materiales y de que se golpee al que tiene, que se le quite lo que posee. Todos iguales, de fregados. Democracia es que la gente vea al gobernante como su representante no como el antiguo amo que regala cosas minúsculas, mientras el robo es mayúsculo.

La genética de los mexicanos es apatía, ignorancia, conformismo, “mucho pico y mucho lomo”. Recuerdo a un general de los años 80s al que echaban carrilla cantándole que no trabajaba, que no desquitaba el salario. Una noche de las acostumbradas, tomada y dominó, contestó a la socorrida carrilla, ¿saben cuándo voy a desquitar mi salario?, cuando ustedes sean hombres.