Es imposible eludir el tema de la sucesión presidencial en estos momentos.

La noche del miércoles pasado, todos lo saben ya, Claudia Scheimbaum resultó la más favorecida por las encuestas organizadas por MORENA para definir a quien será, sólo es cuestión de protocolos, su candidata para mantener a ese partido en el poder federal.

Lo que sobrevenga de ese proceso interno, aunque importante, es casi historia escrita y muy poco se puede añadir desde esta modesta trinchera a los miles y miles de análisis, estudios y pronósticos de tantos expertos –o por lo menos eso dicen ser– en materia electoral.

Por eso prefiero quedarme en el terreno tamaulipeco y verter mi opinión personal sobre lo ocurrido en nuestro Estado durante la búsqueda de los entonces aspirantes morenistas a luchar por la Presidencia de la República.

En este escenario, una certeza es irrebatible: La mayor aportación a la votación que alcanzó Scheinbaum en esta patria chica se cimentó en el trabajo de un grupo que le mostró su lealtad sin excepciones y recorrió a la Entidad para promoverla. Su nombre: Avanzada Tamaulipeca.

La dupla integrada por Américo Villarreal Santiago y Marco Batarse Ferrel, quienes encabezaron esas acciones, fue y es la piedra angular de un trabajo que en los números a favor de Claudia muestra el buen trabajo realizado. Sin duda los dos jóvenes políticos aún tienen y tendrán mucho que aportar a la causa de la ex jefa de gobierno de la CDMX. Los veremos activos en los días sucesivos, júrelo…

LOS MÉRITOS NUNCA PIERDEN VIGENCIA

Esta parte de la columna la escribí dos semanas atrás, pero el tráfago de la redacción me llevó a dejarla en el archivo de pendientes. Sin embargo, como todo lo que se acuna en el mérito no pierde vigencia, me permito exponerlo hoy.

Me refiero a una decisión anunciada, tras la supervisión hace más de 15 días del gobernador Américo Villarreal Anaya a la construcción de la resideñada carretera Mante–Ocampo–Tula, de otorgarle el nombre del ex mandatario, ingeniero Américo Villarreal Guerra, a esa vía de comunicación.

Eso, sin duda, es un acto de plena justicia. Le digo por qué.

Villarreal Guerra, algunos lo recuerdan, dedicó el último año de su gestión a concretar esa carretera. En mangas de camisa –siempre a cuadros no lo olvido– revisaba cada fin de semana esos trabajos para vigilar sus avances y dejarla terminada antes de terminar su mandato.

Y lo logró, pero no contaba con las debilidades del ser humano.

La obra era –y debe ser aún– imponente y con paisajes espectaculares, pero las negligencias y quizás hasta la corrupción de los contratistas que la construyeron, al final ganaron esa batalla.

Para ilustrar este escenario, le narraré una historia de un pasado no tan reciente, pero paradójicamente ahora cercano.

En el segundo mes del gobierno de Manuel Cavazos Lerma, éste programó un recorrido por esa ruta para terminar lo que se pensaba sólo eran detalles de acabado y señalización. Uno de sus hombres de mayor confianza cumplió un itinerario previo para constatar el estado físico de la misma y el resultado fue deprimente y casi trágico: La cinta asfática estaba hecha pedazos en varios tramos y en otros era un desafío a la cordura transitar en un vehiculo, ante el riesgo de sufrir un accidente en una sierra tan hermosa como peligrosa.

Cavazos canceló el recorrido, pero quedó claro en el imaginario colectivo que los responsables –o irresponsables– de esa obra cometieron una estafa al aprovechar la buena fe y bonhomía de Américo Villarral Guerra, para entregar una obra que adolecía de fallas que ponían los cabellos de punta.

Aunque no hubo sanción para los que debajo de la mesa engañaron al entonces gobernador, nadie le puede quitar a Américo el mérito de iniciar y tratar de entregar esta obra, que desde hace más de tres décadas mostró la visión de un gobernante que veía en la tecnología y las comunicaciones una fórmula para el progreso; más evidente ahora que esa carretera sumará una hazaña de ingeniería y geología en la construcción de un túnel de casi dos kilómetros de longitud que será parte de su trazo.

Honor a quien honor merece. Mi pleno respeto a un estadista y a la vez, caballero sin par…

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