¿Alguna vez se ha sentido medio vacío? Me preguntó una persona que se sentó cerca de mí cuando me encontraba en un receso de un curso sobre salud mental; como no le conocía y deseaba estar solo en ese momento, fingí no escucharlo; pero la persona insistió, y disculpándome, le solicité que me repitiera la pregunta, lo que hizo, no sin antes mover discretamente la cabeza y esbozar una sonrisa forzada. ¿Sentirse medio vacío?  ¿Se refiere a sentir que algo la falta a su vida?

La verdad, no creo que exista un ser humano, que en un momento dado de su existencia no haya experimentado tristeza, que podría deberse a la pérdida de algo o de alguien importante, y que más que tratarse de un bien material, se refiere a un bien espiritual.

He conocido personas, que de tenerlo todo en la vida, inexplicablemente, de pronto caen en un estado de profunda tristeza, que ningún estímulo de procedencia material, que se pudiera traducir en posible motivo de satisfacción, logran desvanecer, y cuando trata de explicarse la fuente de su nostalgia, no logran identificarla en el espacio y el tiempo que están viviendo.

Sin duda, siempre hay un motivo que nos hace sentir que nuestra vida se encuentra medio vacía, pero en ocasiones es tan doloroso, que preferimos no recordarlo, aunque se queda grabado en nuestra mente, de ahí que cuando se conjugan algunos elementos condicionantes de tristeza en el entorno, se reactiva el nebuloso recuerdo.

“No hay desesperación tan absoluta como la que viene en los primeros momentos de nuestra primera gran tristeza, cuando todavía no hemos sabido lo que es haber sufrido y sanado, habernos desesperado y haber recuperado la esperanza”      (George Eliot).

En algunas ocasiones el vacío existencial se origina cuando hemos causado algún daño a nuestros semejantes, sobre todo, cuando tenemos conciencia de que nuestra conducta sólo privilegiaba nuestro egoísmo, de ahí que nuestro espíritu trate de reconciliarnos con las personas a las que hemos ofendido, sólo así podremos recuperar la paz que perdimos.

“Mi sensación es que no hay nada mejor en la vida que abstenerse de lastimar a los demás y consolar a los que están tristes” (Olive Schreiner).

El sentirse triste nos recuerda que hemos dejado algo pendiente para sanar nuestra vida, y ese algo, tiene mucho que ver con obrar con justicia, con equidad, pero, sobre todo, con amor.

“El hombre no podría vivir si fuera impermeable a la tristeza. Muchas penas sólo se pueden soportar cuando se les abraza, y el placer que se experimenta en ellas naturalmente tiene un carácter algo melancólico.” (Emile Durkheim)

En lo personal, cuando me siento medio vacío, y mi estado de negación no me permite identificar la causa, dejo que el dolor sea perceptible, al grado de ser detectado por aquellos, que igualmente me aman, o incluso por aquellos que, sin conocerme, son atraídos por un acto de misericordia y me abrazan, ya sea con su mirada, con sus palabras o con su corazón, para reconfortar a mi espíritu.

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