Hay cosas terribles que suceden en un fin de semana, los nietos de vacaciones en el sureste pues allá tienen otros abuelos, mientras acá mi madre se encuentra en el pasillo de su casa un perico verde caminando tranquilamente, al primer intento de atraparlo el animalito se deja tomar, así que se fue dar la vuelta con ella en el automóvil.
Mamá recuerda que yo tengo una jaula de periquitos en casa, durante un tiempo una pareja de ellos vivió aquí y hasta descendencia tuvieron, pero llegó el día en que El Kalusha, mi perro labrador negro, perdón, de color, les abrió el pestillo de la puerta y ellos con todo y crías huyeron en busca de la tan anhelada libertad.
Ese día me enteré que El Kalusha militaba en el Partido Verde Ecologista de México, por lo que no podía castigarlo por efectuar la liberación de los cotorritos de amor, de acuerdo a sus principios ideológicos, esta acción demostraba su firme convicción conservacionista.
Mi madre conociendo la historia y recordando la jaula, tomó la decisión de obsequiarle a sus bisnietos, el verde perico que se encontró en su casa y así fue como vino a dar a la jaula abandonada el perico.
Como no me gusta el chisme, me comuniqué hasta Tabasco con mis nietos para presentarles vía video llamada al nuevo inquilino de la casa, esto hizo que Marcelo lo observara con un ojo entrecerrado lo cual me preocupó, pero Victoria con la más tierna de sus miradas preguntó cómo se llamaba, al decirle que se llamaría como ella lo eligiera, hizo una pregunta lógica: -¿Es niño o niña?-.
Para poder averiguarlo le pedí a mi nieta un día mas, a lo cual aceptó gustosa. Y ahí me tienen durante horas moviendo plumas verdes de un lado a otro tratando de encontrar algún indicio que me llevara a definir el sexo del plumífero.
Todo el esfuerzo fue inútil, solo alcancé a recibir tres fuertes picotazos en los dedos, porque supongo que el índice fue un poco más lejos de lo que las buenas costumbres de los pericos permiten.
Nunca encontré el bastón de mando, tampoco di con las paredes de su laberinto y eso que para emocionar al animal le puse de fondo varias veces la canción despacito en la versión más sensual.
Al día siguiente al hablar con mi nieta e informarle que no podía saber cuál era su definición binaria, ella me comentó que no importaba pues había escogido un nombre que aplicaba para niño o niña, se llamaría “Channel”.
El Domingo pasado, cumplidos dos días en casa, mi nieta vía telefónica preguntó por “Channel” se le informó que había comido bien, que no hablaba, que solo gritaba cuando alguien abría su jaula, y que ya la esperaba para conocerla.
Pero el lunes muy temprano cuando fui a saludarlo a la jaula más famosa de Matamoros, el perico yacía en el suelo, no se movía y el temor más grande había sucedido, decidió volar al cielo de los pericos.
A partir de ese día tomé la decisión de ya no hablar por teléfono con mi nieta, no sabría que decirle, pero a su padre se le ocurrió decirle que el perico había abierto la jaula y se había ido, lo cual provocó una gran tristeza en la niña.
Cuando por fin habló conmigo, me dijo que no era justo que se hubiera ido sin conocerlo personalmente y que eso la tenía muy triste, pues solo por video y fotografías lo conoció, le dije que la jaula la había dejado abierta por si decidía regresar.
Ahora estoy en un dilema, sé que es ilegal vender loros, pericos o cotorros, pero debo de buscar a alguien que tenga uno y que me lo ofrezca en adopción, si alguien sabe de alguno avíseme, pues a mí, para que desaparezca la tristeza de mi nieta, ME URGE UN PERICO.