Hoy saqué a dos de mis plantas al sol, el romero se mantuvo erguido con sus ramas proyectadas al cielo, la lavanda triste, con sus brazos caídos, pero viva, tal vez, porque el clima de la madrugada la castiga, tal vez, por el olvido a resguardarla.
Hoy saqué a mi alma al sol, para que el calor la despertara y los rayos del astro rey la iluminaran, ella está viva, aunque en ocasiones se ve cansada, y si mis brazos se dirigen al cielo, a mi Dios estoy alabando, si los bajo, estoy rezando por mi patria y mi familia amada.
Yo soy un hombre cálido, de energía renovada, vivo de realidades, como las plantas que requieren de los cuidados que puedan prodigarle los hermanos, que igual, entre sí se aman y aman a la tierra que los ha alojado, y les brinda el alimento y el sustento que mantiene viva su templanza, para continuar su marcha, aún en contra del viento despiadado de la deshonestidad y la falta de confianza, condicionadas por la necesidad de no escuchar, de Jesucristo, su palabra; y mi alma vive con la esperanza, de alcanzar la gracia del Creador de cuanto existe, para que no vea en mí una alma triste, sino llena de energía para luchar en armonía, por un pueblo que se resiste a dejar la mala práctica acostumbrada.
Esta patria nuestra, nos necesita vivos y unidos como hermanos, para mantener viva la esperanza de poder avanzar por el camino de la igualdad, la libertad y la justicia.
Nadie es perfecto, mas todos tenemos la oportunidad de cambiar, para hacer del universo, del planeta o del país, la mejor propuesta para cohabitar en armonía con todos los seres vivos.

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