¿Qué ha cambiado en nosotros después de la elección? ¿A qué conclusión llegamos con el resultado? Parece ser, que los espejismos empiezan a esfumarse y volvemos a nuestras rutinas familiares, sociales y laborales, a menos que realmente los destellos de un cambio novedoso avizoren esa bonanza de la que nos hemos perdido, ya que por años los políticos y personalidades privilegiadas por el optimismo nos lo han expuesto y repetido en múltiples ocasiones, que nuestro país posee enormes recursos para allegarnos la felicidad plena.
Ojalá que los resentimientos terminen también cuando el proceso finiquite del todo y volvamos a ser como un grano de arena en una inmensa playa, donde si logramos mantenernos unidos podremos presumir de todo aquello que nos gusta y podamos vivir en armonía, aún con aquellos que no pensaron como nosotros.
Alejemos de nuestro sentir y nuestra cultura, las burlas, las venganzas, la ironía, las mezquindades; México es nuestra patria y como mexicanos, debemos de conciliar todo interés para desechar lo que nos divide.
Es mi deseo y seguramente el mismo de muchos compatriotas, que permanezcan intactos nuestros derechos, nuestras libertades y las oportunidades de seguir aspirando a un país con mayor equidad, seguridad, justicia y paz.
¿Qué ha cambiado en nosotros? Espero, que al evidenciarse nuestras debilidades, nos demos una y mil oportunidades para ser mejores seres humanos.
“Más Jesús les respondió: Escrito está: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra o disposición que sale de la boca de Dios” (Mt 4:4)
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