“Duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y te llevará”.

Por la madrugada tuve una terrible pesadilla, de esas donde estás experimentando un evento catastrófico que se avecina y tratas de poner a salvo a tu familia; me veía desesperado, gritando para advertirles de un eminente peligro, pero mi voz no se escuchaba, entonces trataba de correr hacia ellos, pero todo se movía en cámara lenta,  tanto que no avanzaba mucho y la situación era cada vez más apremiante, todo y todos a mi alrededor estaban paralizados y yo empezaba también a sentirme igual, sin poder hablar, sin poder moverme, más, algo me decía que despertara, que luchara, por despertar de esa situación que me conducía a un obscuro abismo, luché desesperadamente para salir de ese trance y sentí cómo mi cuerpo empezó a moverse, fue entonces cuando mi esposa sintiendo el movimiento de mi cuerpo, asustada empezó a tratar de despertarme, cuando lo logró me preguntó: ¿Te pasa algo? ¿Te sientes mal? Viéndola a los ojos le respondí: No te preocupes, sólo fue una desagradable pesadilla. Traté de nuevo de conciliar el sueño, no sin antes reflexionar sobre el motivo que pudo generarlo, era tan angustiante y me decía a mí mismo: No creo que haya sido la cena, pues ésta fue ligera, tal vez fue la evocación cultural del día de muertos tan celebrada en nuestro país, o el espelúznate y exagerado despertar de nuestra gente celebrando el llamado Halloween, donde niños y adultos disfrazados de espectros, deambulaban como Zombis  por las calles anfractuosas de nuestra amada Ciudad Victoria; o tal vez, la cantidad de películas de terror que se exhibieron en el cine o la televisión.  Sí, tal vez todo lo anterior contribuyó, pero antes de que pudiera conciliar de nuevo el sueño, pensé que el motivo principal, tal vez era la realidad social que vivimos día a día en nuestro país y en el resto del mundo, donde nadie se siente seguro, donde el miedo es el común denominador en los hogares, las escuelas, los centros de trabajo, en las calles, incluso, en los lugares en donde solíamos acudir para desestresarnos.

¿Cómo podríamos despertar de esta pesadilla? Tal vez si dejáramos de vernos todos como enemigos, si recuperáramos la confianza en nosotros mismos, si dejáramos de ver a los que tienen más, con envidia, o dejáramos de incentivar el odio entre los que menos tienen; tal vez si se entendiera que el poseer un poder es para  servir a todos, a los que necesitan mejorar su nivel socioeconómico, tal vez, si se motiva positivamente a los que tienen la capacidad económica para invertir y crear empleos, asegurando condiciones laborales justas par los trabajadores, en fin, existen tantos retos por atender, pero puedo asegurarles, que de esta y cualquier problemática sólo podemos salir adelante trabajando unidos.

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