Hay que ajustarnos a la realidad. Guste o no, la reforma judicial llegó seguramente para quedarse. Partamos de ahí, porque el gremio jurídico debe intervenir en el provenir de este gran cambio.

Justo ayer leí un muy buen texto del destacado jurista Miguel Carbonell, y con la parte medular no podría coincidir más:

“La transformación judicial que tuvo como uno de sus momentos culminantes la toma de protesta de cientos de personas juzgadoras en septiembre de 2025 debe entenderse como el primer paso de un proceso más amplio de modernización del sistema de justicia mexicano”

Y es que, como también sostuvo Carbonell, sin reformas complementarias en la procuración de justicia, los avances logrados podrían diluirse en las inercias estructurales existentes.

Generalmente la realidad contrasta con el esfuerzo legislativo; de ahí aquel concepto literario de Agustín Basave: En México hay un abismo entre norma y realidad.

La impunidad sigue por los cielos. Y aunque se nota voluntad política en materia de Seguridad, lo cierto es que es vital que la reforma judicial sea solo comienzo. Necesitamos Fiscalías especializadas que investiguen, que funcionen. Que cumplan con su ADN constitucional, porque si continuamos como estamos, terminarán siendo estériles tanto la letra como la intención de una parte neurálgica de la reforma.

Considero que los operadores del Derecho tendremos que presionar para que eso suceda, y estimo que los organismos de la sociedad civil que tienen presencia mediática y voz legitima deberían de unirse en virtud de este tema que es central para el futuro de la justicia en México, y por lo tanto para la viabilidad del nuestro Estado de derecho, con todas las consecuencias sociales y económicas que ello implica.