La vida nunca ha sido fácil en un mundo donde existen tantas inequidades; las injusticias sociales son cada vez más evidentes y aunque siempre han existido, ahora tienen mayor difusión gracias a los medios masivos de comunicación, y cada vez que vemos y escuchamos noticias funestas generadas por motivos políticos, sociales y económicos, de nuestro ser emergen un cúmulo de emociones como la tristeza, la frustración, la impotencia, el miedo, la desesperanza, que nos conducen a la pérdida de fe en el ser humano, en esa obra maestra de Dios creada con amor, a quien le dejó a cargo la alta responsabilidad de velar por la paz y la armonía entre todo cuanto existe y contiene nuestro planeta.
La Creación de Dios inició con los cielos y la tierra, y terminó con la creación del hombre y la mujer a su imagen y semejanza, los bendijo y les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgarla y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias que se mueven sobre la tierra”. (Génisis 1: 26)
Dios no se equivoca y cuando dijo que todo lo creado era bueno, incluyó al hombre dentro de esta apreciación y aún confía en que recuperemos nuestro estatus de hijos suyos.
Seguramente habremos de sufrir mayores tribulaciones, todo debido a nuestra sordera y ceguera espiritual, seguramente habrá de llegar el tiempo en que a todos se nos pida cuentas por nuestro errático comportamiento.
“Mirad cómo viene sentado sobre las nubes del cielo, y verle todos los ojos, y los mismos verdugos que le traspasaron o clavaron en la cruz. Y todos los pueblos de la tierra se herirán los pechos al verle. Sí, por cierto. Así será. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin de todas las cosas, dice el Señor Dios, que es, y que era, y que ha de venir. El Todopoderoso”. (Apoc.1:7-8)
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