¿Y después que sigue? Me preguntaron unos recién casados al enterarse de que he sido uno de los afortunados de llevar una relación de pareja de muy larga duración, y digo afortunado, porque vivir unido a una sola mujer en santo matrimonio, resulta ser una experiencia extraordinaria, esto, debido a la complejidad de las variables que distinguen la individualidad de los involucrados; de hecho, María Elena y yo hemos enfrentado desde nuestro noviazgo, 6 años antes de casarnos, las distintas etapas que caracterizan una vida en comunión, basándonos en lo que yo di en llamar un proceso continuo de ceder y conceder, desde la primera etapa, la del noviazgo, siempre agradecido con Dios, por darme suficiente capacidad para entender que no importa cuánto desees a una mujer, siempre debes de respetar los valores que conforman la estructura de su personalidad, y con ello, el hecho de aceptar incondicionalmente sus decisiones, más no renunciando por ello a tener la oportunidad de conocer la diferencia  que existe entre el querer y el amar.

A nuestro matrimonio, no le han faltado novedades, de ahí que no hemos vivido una rutina que nos condene al fastidio, por el contrario, nos hemos mantenidos abiertos a analizar todo aquello que pueda despertar nuevas emociones, que de no agradarnos las rechazamos.

Con el tiempo me he percatado que han ocurrido algunos cambios en el enfoque que le damos a las situaciones que enfrentamos, lo que a mí me parece incongruente, María Elena encuentra la justificación para resolver los problemas de manera fácil, de ahí que trata de convencerme de cambiar de opinión, generando la diferencia, conatos de conflicto y frustración, de ahí que ambos buscamos un punto medio para limar cualquier aspereza, al final privilegiamos nuestra capacidad para  comunicarnos asertivamente, evitando resentimientos, aunque a decir verdad, en ocasiones, yo no apruebo expresiones incongruentes que causan malestar, sobre todo, en las etapas en las que más se necesita la comprensión de tu pareja; si bien es cierto que difícilmente alguien quiera cambiar su manera de pensar y actuar frente alguna circunstancia que requiere el análisis conjunto, se debe de pugnar por buscar soluciones que no afecten la dinámica de la pareja, ya que de ello depende la estabilidad de la relación y la paz emocional de la misma.

No existe una fórmula magistral para poder mantener una relación de pareja “hasta que la muerte los separe”, de ahí que lo que siempre debe prevalecer es la claridad de conciencia o conciencia plena, para nunca olvidar que la solidez de toda relación, tiene un común denominador y eso se llama amor.

enfoque_sbc@hotmail.com