Aquel sábado llegué temprano a la casa de mi madre, ella dormÃa todavÃa, por lo que decidà salir al patio mientras despertaba, y me senté en una de las dos mecedoras que utilizábamos para platicar con ella, o con algunos de los miembros de la familia; empecé a mecerme y con ello a relajarme, se podÃa sentir un viento matutino suave y fresco, sin desearlo, pero seguramente necesitándolo, me empecé a quedar dormido, de pronto desperté cuando una voz me llamó por mi nombre preguntando: ¿Dónde está tu hermano? Me percaté que a mi lado se encontraba una persona, que por su apariencia intuà que se trataba de un amigo de alguno de mis hermanos, pero no lo reconocÃ, a pesar de que él parecÃa conocerme; para no parecer descortés le respondà como si supiera a cuál de mis hermanos se referÃa y dije: Me parece que está bien, últimamente no nos vemos mucho, tú sabes, por cosas del trabajo o por atender asuntos de la familia, siempre anda uno con prisas y diciendo que el tiempo se va muy rápido; el amigo de mi hermano se me quedó mirando y de nuevo me preguntó: ¿Dónde está tu hermano?
Entonces supuse que habÃa descubierto que no sabÃa a cuál de mis hermanos se referÃa, y que sólo le estaba siguiendo la corriente, por ello, con pena me disculpé y le pregunté: ¿A cuál de mis hermanos te refieres? Y él respondió: A todos.
En ese momento supuse que se trataba de uno de esos amigos que acudÃan a los momentos de festejo familiar o a las tardeadas vespertinas que en un tiempo fueron frecuentes y donde solÃan reunirse un buen número de amigos de mis hermanos.
Mira, le dije, de un tiempo a la fecho los encuentros fraternos suelen ser ocasionales, y los motivos son los que antes expuse, la verdad el centro de todos nosotros es nuestra madre y ella, como imagino ya sabes, se encuentra postrada en cama.
SÃ, lo sé, de ahà que por eso te pregunto por tu hermano, comentó el amigo, sólo he venido a recordarte que más allá de todo lo que pueda impedirles seguir estando unidos, se encuentra ese amor filial que tu madre les inculcó y como bien dices, la madre de ustedes es el núcleo original que mantiene espiritualmente unida a la familia, y es el amor que sigue teniendo por cada uno de sus hijos, la que mantiene su luz encendida.
El viento fresco de la mañana habÃa cesado, desperté entonces con sudor perlando mi frente, la mecedora a mi lado estaba vacÃa, pero aún se podÃa observar un suave movimiento, cómo si alguien la hubiese estado utilizando, me levanté y fui a ver a mi madre, ella seguÃa dormida, besé su mejilla y le dije al oÃdo: Gracias mamá, por preguntar por todos tus hijos.
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