“Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (Lc. 2:14).

Es voluntad de Dios, que tengamos siempre un cielo claro, más, la falta de voluntad de los hombres se empeña en tener un cielo gris. Hoy, México, como muchos otros países ve con impotencia cómo el panorama no resulta ser tan claro como para tener la paz que todos anhelamos; al decir todos, me refiero a que no solamente la gran masa de mexicanos que somos pacifistas y tratamos de ajustarnos a los cambios que imponen los “afortunados” que cada sexenio tienen como prioridad, primero, darle sustento a la credibilidad de su proyecto interno, y después, atender el enfoque  estratégico que exige la globalización, misma, que involucra en sí, el convencer a las naciones de cuál proyecto da más viabilidad al desarrollo y seguridad, para mantener la estabilidad de todas las partes y darle sustentabilidad, tanto a las conveniencias locales, regionales y globales; no se puede pasar por alto, que más allá de los acuerdos internacionales para alcanzar los objetivos del desarrollo sustentable en las naciones, donde existen múltiples intereses que chocan ideológicamente con los conceptos de igualdad entre esta diversidad, dicho de otra manera no se puede alcanzar la estandarización social, económica y política sin que algunas de las partes se considere en desventaja y reclame para sí, de acuerdo a su peso específico, la tajada más grande del pastel, acción que puede reclamar por dos vías: las del sometimiento político seudopacífico, o la del sometimiento bélico estratégico parcial, según la magnitud de la resistencia de los países que, siendo víctimas históricas, son vistas como victimarios por los que ostentan un poder muy superior.

Hoy nuestro país es visto a nivel global como un gran queso Gruyere, no se puede ocultar la gran cantidad de agujeros en todos los estratos sociales, de ahí que se antoja sumamente vulnerable, pero no por eso deja de tener un sabor que, en ocasiones, se define como picante y otras veces como suave, según su maduración.

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