En Psicología el miedo se puede definir como una emoción básica e intensa por la detección de una amenaza inminente, que implica una reacción de alarma inmediata que moviliza al organismo desencadenando un conjunto de cambios fisiológicos. La percepción de ese peligro puede ser real o imaginaria, de hecho, se dice que despierta nuestra naturaleza animal que nos prepara para correr o para defendernos.

El miedo ha sido utilizado en muchas ocasiones por organizaciones mal intencionadas para vulnerar la resistencia y la capacidad del hombre para responder a conciencia ante muchos de los eventos que los gobiernos condicionan para generar cambios que les sean convenientes a sus intereses, ya sean económicos o políticos, o a lo que definen de interés global para la supervivencia de nuestra especie.

El miedo hoy ha tenido un impacto global sobresaliente sobre la conducta de la población de muchos países, sobre todo, los más vulnerables desde el punto de vista económico, de hecho, los supuestos liderazgos populistas utilizan el miedo para incidir en el ánimo poblacional para cambiar el rumbo de la historia, perdiendo de vista la verdadera naturaleza y el espíritu de su encomienda como servidores públicos.

Para muchos no es desconocido el origen de la problemática que enfrentan todos los países, incluso, las repercusiones a mediano o a corto plazo de la mala planeación para resolver los problemas que mayormente deterioran el bienestar social; los que han llegado y llegan a ocupar los puestos de mayor relevancia en el gobierno, durante su gestión, empiezan a sufrir una metamorfosis que saca a flote, ya no las prioridades de los pueblos, sino las muy particulares o las de grupos de poder que se ostentan como pilares económicos de las naciones, y condicionan su participación para la sustentabilidad, en lo que se observa como falta de equidad y de justicia para las mayorías.

Para un sector importante de la población, los que han dado en llamar menos favorecidos por falta de educación o de oportunidades para alcanzar un arranque parejo en la vida, en ocasiones, confían en liderazgos propios para salir en defensa de sus intereses, pero se encuentran con la realidad de que no importa de donde provenga el ideario que promueve la justicia social, al final, la naturaleza humana vulnera los valores y los principios de quienes enarbolan las causas populares.

Para llegar a mantener la armonía, la seguridad y la paz, así como otros indicadores de bienestar social, se requiere del respeto irrestricto a la legalidad que emana de la Carta Magna, donde están plasmados los principios y los objetivos de la nación, para garantizar los derechos de los individuos y las vías para hacerlos efectivos.

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