Mira que el atardecer se ve mejor desde esta maravillosa altura, heme aquí, recostado sobre esta gran loza, que como piedra añosa, ha sido cubierta por el tiempo que suele ser contado; al parecer está inerte, casi muerta dirían los sin esperanza, pero yo os aseguro, que está más viva que nunca, pues si bien su verdosa piel que el sol calienta, la hace parecer una alfombra vegetal seca y marchita, con las primeras gotas del rocío o de la lluvia misericordiosa, resucitará con gran gozo y alegría, para dar gloria del poder de su divino creador que todo lo revitaliza.
Mira que el amor parece palidecer cuando se oculta el sol a los ojos del que se entristece por la soledad y por la ausencia, pues igual su vida oscurece, cuando parece no existir la ilusión de saberse amado, más, reconciliado con el inexistente tiempo, acepta con resignación, que la piel de su cuerpo se agriete y se marchite, pero no su corazón apasionado, que late fuerte y siempre acompasado, para recibir el amor de aquellos que lo han buscado.
Mira cómo el viento se lleva al pensamiento, y con él, todas las palabras que de mi boca no ha escuchado, pues lo mismo, un sordo que no escucha, entiende lo que pudiendo ver, pudiera adivinar lo que se ha expresado; así los que por voluntad no escuchan, están ciegos por no querer ver lo mucho que ya ha pasado y pasará por no atender el llamado.
Mira que del cielo ha bajado, para darte a conocer, que no sólo de pan vive el hombre, que el mejor alimento es el amor, pero como ya es costumbre entre los humanos para creer quieren ver, pero el que no tiene fe y cree, seguirá estando ciego y el que no escucha, seguirá siendo sordo.
Mira que si me hablas te abro y te escucho, mira que si me buscas me encuentras, mira que si me lo pides, te doy el amor que alimenta y te quita la sed que dices padecer, cuando en tu interior no hay paz, sólo tormenta.
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