¿A dónde van esos pensamientos? ¿A dónde los lleva esa mirada que parece que ve hacia adentro? Y yo aquí, contemplando de reojo ese silencio ¿Será lo gris del cielo? ¿Será el golpeteo de la lluvia sobre el suelo? ¿Será el aire fresco de la brisa? ¿Será que yo he estado ausente todo este tiempo? No queriendo despertarte de ese sueño muy tuyo, cuando sueles dormir con los ojos abiertos, así, cuándo tu estado de ánimo vibra tan bajo, tanto, que me hace sentir culpable por no poder sanar el sentimiento que te hace ausentar de mí, y que presiento, pesa tanto en tu mente y cansa sobremanera tu cuerpo, por no poder tú aliviar mi ancestral necesidad espiritual, de fusionar mi esencia a la tuya.

Aún recuerdo los momentos en que nos decíamos que éramos uno sólo, unidos tan fuertemente por el divino lazo del amor; tú eres mío, me decías, y yo soy tuyo, te contestaba, unidad que evidenciaba el anhelo sincero de un par de adolescentes aferrados a una emoción indescriptible, generada por la entrega incondicional, más, el nudo siempre mantenía oxigenado un espacio, respetando con ello nuestra identidad original, nuestro libre albedrío; dejando en el aire la cuestión determinante: ¿mía, hasta cuándo? ¿tuyo, por siempre?

¿Será lo gris del cielo? Ese nostálgico color que esconde tras de sí la luz que ilumina nuestras vidas, luz que nos permite ver las huellas que el tiempo va dejando en nuestro ser, luz que prolonga nuestra estancia, que endulza los momentos de esperanza, que fortalece la confianza y que nos hace comprender, que, si bien es cierto que somos diferentes, nuestra unión se ha consolidado en un todo de las coincidencias, y las diferencias han estimulado nuestro potencial de trascender, tú a través del amor maternal, yo en la persistencia de mi esfuerzo de tratar de agradar a mi Señor, para que tenga compasión de mi aferrada condición de humano y me permita crecer espiritualmente, para completar el ciclo que para mí tiene destinado.

enfoque_sbc@hotmail.com