Iniciemos la semana mostrando nuestra gratitud al Creador por todo lo que fuimos, todo lo que somos y con su ayuda, lo que seremos en un futuro próximo; que Dios Padre nos ilumine para despertar de nuestra apatía, de la indolencia, de nuestra deshumanización, de nuestro poco amor por sí mismos y por nuestro prójimo; invoquemos el nombre del Todopoderoso, para que nos ayude a quitarnos las cadenas de la esclavitud que nos hemos autoimpuesto para pagar supuestas faltas cometidas, alentadas por nuestra deficiente voluntad para aspirar a ser felices, alejándonos cada vez más, del poder que nos dan nuestros valores personales, para salir adelante sin tener que depender de las fantasías que han alimentado una falsa reivindicación, haciendo pagar el mal con mal,  que emergen del doloroso sentir de mentes atormentadas que se alojan en los falsos profetas, que se alimentan de odio y resentimiento engendrado por maltrato personal y la violencia generada por nuestra falta de orientación veraz y oportuna, para evitar la perenne inclinación que genera la adversidad hacia el lado oscuro de la vida.

Lo amargo es amargo y lo será siempre, no se endulza la vida con la hiel del que busca desquitarse y que arrastra al mismo abismo de las lamentaciones a los que prefirieron caminar por el lado equivocado, “¿Por ventura puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el precipicio? (Lc 6:39).

Inicio la semana diciéndote que extraño tu voz madre mía, que extraño lo que antes fui, que extraño tu sabio consejo en los momentos de oscuridad que me asechan en la vida y que amenazan con convertirme en lo que no soy, y nunca he sido, mas, le digo a tu corazón, que el que sembró la semilla del amor en tu vientre, y me dio la vida, nunca me ha abandonado, y siendo yo el más pequeño de sus hijos, mi espíritu crece más cada día para dar gloria al nombre de mi Padre celestial.

Inicio la semana bendiciendo a todo aquél que escucha la Palabra del Señor nuestro Dios.

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