Quisiera poder vencer el impulso de decir lo que no me agrada en la vida, pues sé bien, que la negatividad que genera el decirlo no va exenta de daño a mi persona, y aunque trate de escapar de esta sensación dañina, el sólo hecho de recordar un detalle similar de lo que se avecina, abre las puertas al malestar y éste tiende a regresar cuando menos uno se lo espera y desatina

Quisiera tener a flor de piel el don de la sabiduría, y con ello saber perdonar, porque sé, que si lo tuviera lo hiciera, entonces mi alma pudiera descansar al no tener que recordar lo que me causa tristeza, desdicha y amargura.

Quiera solamente escuchar y no tener que contestar pregunta alguna, cuando se trata de juzgar a quien se porta mal, y en algún momento de virtual locura, me ha hecho sentir mal para que yo también pierda la cordura.

Quisiera callar cuando mi boca no respeta la censura, autoimpuesta por el voto en mi afán anacoreta, y pierdo por ello la dulzura de hablar sólo en un tono gris sin tesitura.

Quisiera poder mirar de frente, sin tener que exhibir la expresión de dolor y de amargura, que dejó en mi cara aquella respuesta inesperada, por la debilidad humana, de aquellos que serví con verdadera devoción hermana, que ahora se encuentra ausente.

Quisiera no haber tenido qué decir nada, pero seguramente, de no haberlo hecho, aquello que me hizo cambiar para ser un tanto diferente, me hubiera despojado de la fe y de la esperanza, al no reconocer en mí, la capacidad de pedirle a Dios me perdonara, por no esforzarme un poco más en perdonar a los que me ofendieron, diciéndome falsamente que lo hicieron, por que me aman.

enfoque_sbc@hotmail.com