Conforme pasan los años y se tiene conciencia de lo que está ocurriendo en nuestro exterior, en automático, nuestro ente interior trata de advertirnos la necesidad de estar alerta a todo aquello que  en apariencia parece bueno, pero no lo es, ya que hemos estado acostumbrados siempre a nadar a favor de la corriente, para que la misma nos lleve a un supuesto lugar de abundancia que resuelva todas nuestras necesidades, aunque no advertimos que aquella inmensidad de promesas y expectativas de mejora, se encuentra plagada de  riesgos aún  mayores  que aquellos a los que nos enfrentamos o eludimos por una supuesta comodidad, por ser apáticos, o simplemente, por no ser señalados como personas negativas, pesimistas o contarios al pensamiento ideológico, que más que por necesidad, se encuentra de moda por casualidad.

Uno de los mayores riesgos a los que nos estamos enfrentando  actualmente, es aquel, en el que de tanta diversidad específica, considerada discriminatoria, pone énfasis en aspectos como la discapacidad, la inequidad, la indefensión, la violación de los derechos, incluso, de aquellos que  no requerían acentuarse hasta al grado de victimizar, aun cuando se es victimario y que han condicionado el hecho de que se ponga en duda nuestra calidad de seres humanos, misma que empieza a diluirse en las discusiones  exacerbadas que no buscan el bienestar de las personas, sino el de los grupos políticos que luchan por el poder y la imposición de su ideas, de ahí que se avizore la posible creación, por decreto, de una nueva raza, de nombre aún por definir, pero, caracterizada por ser más violenta, más deshumanizada, con tendencia a la fragmentación social y promotora de la constitución de pequeñas comunidades separatistas que en un futuro no muy lejano necesitarán un territorio con autonomía, tanta, como para velar por su autodeterminación y asegurar su subsistencia.

Conforme pasan los años, los jóvenes ya no quieren saber más de la discusión de los viejos, de ahí que busquen vivir al día, fomentando el individualismo, y han desestimado el hecho de la responsabilidad de formar parte indiscutible de la viabilidad de la sociedad, manteniendo la integración con inclusión sin estigmatizar a los grupos que se dicen especiales y se sienten despojados de un derecho, que primero les exige respeto a los derechos fundamentales,  para garantizar la coexistencia pacífica que garantice la estabilidad de una sociedad, que hoy más que nunca debe poner atención en la sustentabilidad de un planeta para poder tener un futuro que para ellos y las nuevas generaciones.

Para retomar el camino como agentes de cambio, para la creación de una nueva modalidad de vida, se requiere de recuperar los principios fundamentales que nos dieron un motivo para dejar el egoísmo personal y de grupo, y pensar en la comunión de las ideas que nos conduzcan con seguridad y confianza al bienestar social que nos distinga como hermanos.