Primera llamada, primera…
¿Y los pájaros? Los pájaros aún cantan y siento que lo hacen mejor que antes, tal vez se deba a que encuentran en el entorno un cambio. ¿Y los árboles aún conservan su verdor? Sí, aún lo conservan, a pesar de mí, a pesar de ti, a pesar de todos. Entonces, si la naturaleza persiste en su empeño de seguir con nosotros ¿espera que nosotros cambiemos? Eso no depende de la naturaleza, depende de cada uno de nosotros, de nuestra propia naturaleza. El hombre insiste en ser arrogante, en no respetarse a sí mismo y no respetar su entorno, el hombre se aferra a vivir en la oscuridad.
Nos estamos asomando al año 2023, en los hogares, aún queda la animosidad del año que terminó, el hombre se aferra al 2022 y no quiere soltarlo, no quiere dejarlo ir sin que le pague lo que le debe, sin que le devuelva lo que le ha arrebatado, se empeña en ignorar que no existe un tiempo determinado para realizar los cambios necesarios, para poder disfrutar un tiempo nuevo, se empeña en rechazar que el tiempo que se ha ido, solamente le pertenece a su vida y que con ello su vida se ha acortado 365 días.
¿Por qué empeñarnos en ser los mismos? ¿Por qué si detectamos cuales eran nuestros errores, seguimos culpando a los demás de ellos? ¿Por qué seguir fingiendo que somos las víctimas? ¿Por qué seguimos manifestando inconformidades, especulando que hemos sido objeto de un engaño, que somos víctimas de un complot global para finiquitar nuestra existencia?
Si bien es cierto que no todos los días son iguales, en el hombre está el que la diferencia entre uno y otro día se signifique por obras buenas, por allegarnos con ello una sensación de bienestar y de satisfacción, que nos devuelva la humildad para agradecer a Dios por las múltiples oportunidades que nos da para corregir el rumbo de nuestros extravíos.
Tu bienestar, el de tu familia, el de tu comunidad, el de tu trabajo, el de tu país y del mundo está en tus manos, cambia para bien y ama a tu prójimo como a ti mismo.
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