La expresión popular que cita “MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES” reaparece en el lenguaje popular, definiendo situaciones que, de entrada, podrían evidenciar la poca efectividad de las iniciativas futuras, para fortalecer la tesis de que se puede cambiar todo, sustentándolo sólo en la denuncia de los errores del pasado.

En una pequeña muestra de la población que se entrevistó, sobre la percepción de la posibilidad de que realmente se susciten en el presente cambios significativos en las políticas sociales, que se traduzcan en un verdadero bienestar, comentaron que, si estos se sustentan sobre una estructura poco sólida, no bastaría un sexenio para ver la contundencia de la efectividad esperada, de ahí que, se esperaría una serie de quebrantos que contribuiría a la ya evidente desesperanza de muchos ciudadanos.

Las conclusiones preliminares de la mencionada muestra, se pronuncian, por la necesidad de la renovación de las políticas públicas, pero consideran importante, empezar por el rescate de los valores perdidos en muchas generaciones de neopoliticos y tecnócratas mal ubicados en el contexto político social, que por su inexperiencia y vulnerabilidad, extraviaron el rumbo del servicio público, durante su desempeño  sexenal, de ahí, que el cambio que pretendían, llegó primero a transformar sus valores morales, alentando su ambición personal y olvidando sus deberes como servidores públicos.

Algunas de las preguntas que se recabaron durante la muestra citada y quedaron sin contestar:

– ¿Puede el ruido perturbador de los promotores del cambio, motivar, sólo con expresiones mediáticas que evidencian brutalidad e ignorancia, una actitud ciudadana propositiva que impulse una nueva cultura social y laboral?

-Si no existe paz exterior, ¿cómo se podría lograr la paz y la seguridad interior de cada persona, en cada familia?

– ¿Qué acciones se podrían poner en práctica para mantener intacta la honorabilidad, la humildad y la confianza en los servidores públicos con altas responsabilidades sociales y administrativas?

– ¿Qué acciones se podrían establecer, para que prive un sistema de procuración de seguridad y justicia a prueba de corrupción?

– ¿Se podrá restablecer el orden, la equidad y la ética en las instituciones públicas?

En fin, dejemos para el anecdotario, frases como la que dio origen al presente artículo, el mejor camino para ello es siendo honestos y destacar en la elocuencia de nuestras expresiones públicas, que la esperanza de tener  un bienestar sólido se fundamente en el ejercicio pleno de nuestros valores positivos, recordando que ese bienestar que todos anhelamos, no se logra exclusivamente con el buen afán de los gobernantes, sino en el ejemplar desempeño de los oficios, de los que conformamos el pueblo.

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