Me di un tiempo para pensar en todo aquello que  más extraño, hice este ejercicio mental ahora, sí, cuando aún puedo encontrar en mi memoria los archivos en el sitio donde los fui acomodando ordenadamente con el paso de los años. Sacaré sólo algunos de ellos, no por ser los más importantes en este momento, tal vez lo fue cuando ocurrieron, porque tuvieron su relevancia, porque dejaron en mi vida una huella imborrable que ahora se llama pasado.

_Extraño a mi primera mascota, un perro de aguas, al que llamaba Lanas, el fue bueno y tolerante conmigo,  me tenía mucha paciencia, se recostaba a mi lado y me permitía hablarle de tantas cosas que causaban duda en mi existencia, y aunque en apariencia no hablábamos el mismo idioma, yo sé que el buen amigo entendía el lenguaje de un niño que apenas llegaba a los 3 años. Un día, Lanas, como siempre, dormía a los pies de mi cama, al despuntar el día, simplemente ya no despertó, lo tomé en mis brazos y se lo llevé a mi madre para que lo despertara,  ella miró a los ojos a mi padre y luego él salió con el animalito a la calle, y me dijo mi madre que lo llevaba a curar al doctor, pero mi perro jamás regresó a mi lado.

_ Extraño a mi árbol, una grande anacua que estaba en medio del patio de nuestra casa alquilada. Mi anacua era paciente y tolerante conmigo, me permitía que me recargara en su tronco y aprovechara su sombra, sin ningún reclamo. Al morir mi perro me consoló con sus ramas, e igual que él, me dejaba hablarle de todas las cosas que a mí me angustiaban; tardes enteras pasaba sentado a sus pies, y llegada la noche, feliz me arrullaba; mas un día, mis padres, me pidieron que me despidiera de ella, porque no la volvería a ver, pues  nos cambiaríamos a otra casa alquilada.

_Extraño a mis aves, aquellas palomas que adopté como hermanas, cuando veía caer las tardes en aquel rancho perdido en la nada, esperando a mi padre terminar sus alegres tardeadas con sus mejores amigos; agradezco a uno de ellos observar mi soledad y tristeza, y llevarme alegría, al darme compañía con aquellas amigas que me llevé  gustoso a mi casa. Ellas, eran pacientes y tolerantes conmigo, e igual me escuchaban, porque aprendimos a hablar el mismo lenguaje, pero un día, mis padres cargaron sus cosas para de nuevo cambiar de hospedaje y me separaron de ellas.

_Extraño a mis conejos, los que llegaron a mi vida después de las aves, ellos eran pacientes y tolerantes conmigo, e igual me escuchaban, porque con el tiempo aprendimos hablar el mismo lenguaje que nos hermanaba, y así convivimos años felices, hasta que un día mi padre se fue de la casa.

_Extraño a las personas que un día observaron mi triste mirada y descubrieron en ella la inmensa necesidad de mi alma, unos llegaron y otros se fueron, porque por un tiempo hablamos el mismo lenguaje, nos tuvimos paciencia y fuimos tolerantes.

La existencia es un interminable viaje en busca de algo, algunas personas se suben al tren de tu vida, mientras que otras se bajan, pero lo que más extraño, es la alegría de sentirme vivo y amado en los momentos en que aquella compañera que siempre viaja conmigo, no se quiere bajar en la cada estación para darle la feliz despedida.

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