Qué afortunado soy, ayer me invitaron a comer dos de mis nietos, primero María José le habló a su abuela muy temprano y en su muy especial lenguaje le dijo: Abuela que dirías si los invito a desayunar a ti y a mi abuelo. María Elena le contestó: Diría que me encantaría, pero resulta que ya lo hicimos. María se puso triste y replicó: Pero abuela, no ves que te extraño mucho. Al escuchar eso, interrumpí la conversación entre ambas y le dije a mi nieta: No te preocupes María, ahorita te llevaré a tu abuela para que le des el desayuno; pero lista como es, de inmediato repicó: Abuelo, tú también estás invitado. Bueno, le dije, así cambia la cosa, pero que te parece si mejor lo dejamos para más tarde; la niña estuvo de acuerdo y nosotros seguimos trabajando en las labores domésticas, olvidando el asunto, fué entonces cuando recibí la llamada de Emiliano, quien con cierta euforia, me dijo: Abuelo, te invito a una carnitaasada, la haré especial, sé que te gustará; como tenía el altavoz María Elena estaba escuchando y de inmediato replicó: ¿A qué hora quieres que tu abuelo llegué a comer a tu casa? Entonces Emiliano se percató de su error y replicó: Discúlpame abuela yo sé que primero son las damas y después los caballeros, estaba a punto de correrte la invitación, no vayas a faltar. Como los dos nietos saben que su abuela y yo somos inseparables, no imaginaron que ambos requeríamos una atención personal, porque resulta que con la llegada de la mayoría de edad se modifica un poco nuestro sistema emocional, María Elene está muy susceptible al resentimiento y yo sal consentimiento, de ahí que en forma discreta ambos competimos por las preferencias de los nietos; he de reconocer que no le llego ni a los talones a María Elena en abnegación y nobleza, por eso ella se tiene bien ganada la prioridad del afecto de las nietas, por otro lado, mi manera un poco desinteresada de amar a mis nietos varones, parece ser un atractivo para ellos quienes compiten por llamar mi atención y la procuración de afecto. María José parece ser la excepción a todos los demás, poseedora de un gran corazón y un exaltado sentimiento maternal, siempre trata de poner en la balanza la medida justa para mantener el equilibrio entre nosotros.
Tengo la esperanza de que llegará más temprano que tarde el control de la pandemia, de esta forma se podrán nivelar las oportunidades para que nuestros nietos estén más cerca de nosotros, de tal manera que Sebastián, Emiliano, Andrea, Fernanda, Valentina, María y José y José Manuel, puedan recibir de sus abuelos una buena cantidad de amor y momentos gratos, que les queden como un valioso legado de lo que significó haber conocido y convivido lo suficiente con sus abuelos.
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