Mi campo de acción es la salud pública, de ahí, que mi mayor interés profesional es ejercer la medicina con calidad y calidez, poniendo al servicio de la comunidad mis conocimientos, mismos, que aún sin la existencia del juramento Hipocrático que nos exhorta a refrendar nuestro profesionalismo como servidor público, para evitar la mala práctica, se apega por naturaleza a la ética personal, a esa moral que me induce a desear el bien a mi prójimo desde un enfoque integral.
En ocasiones, hago del dolor ajeno mi dolor, de otra manera no podría entender lo que está ocurriendo y está ocasionando esta expresión básica del mal estar del ser humano, de ahí que coadyuvo en la búsqueda de soluciones para paliar el origen del mismo; he encontrado, después de investigar con los medios que tengo a mi alcance, que en la mayoría de los casos, entre los factores predisponentes del mismo, es el desequilibrio del estado emocional, el que tiene un papel primordial, en la variada presentación de este reclamo de la mente a nuestra errático comportamiento, y la generación del daño físico.
Ya en otras ocasiones, les he alertado del efecto del estrés, en la generación del dolor en todas sus expresiones, y resulta paradójico, que siendo una tarea prioritaria de los tres niveles del gobierno, procurar el bienestar social, se convierta éste en el principal causante de daños a la salud en la comunidad, evidenciando con ello cada vez más, que el interés de nuestros gobernantes es totalmente contrario a los postulados que buscan la equidad, la justicia y la paz, donde la salud ocupa un lugar preponderante del desarrollo social.
Es mi campo de acción la salud y es mi obligación como servidor público, el cumplir éticamente con mi función.
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