Molesta, y mucho, ver que nuestras dependencias, organizaciones, empresas y más están llenas de gente sin capacidad que ha sido recomendada por alguien, por lo general, sus padres, quienes hicieron alguna trayectoria y piensan que sus júniors han heredado el derecho de seguir cobrando en alguna parte sin devengar por capacidad.
Las pruebas de eficiencia y capacidad están supeditadas a un segundo plano: importa mucho más una tarjeta de recomendación, el tener familiares bien ubicados, y a los que realmente se han preparado para algo, los marginan como ha sucedido históricamente en nuestro México.
Acaba de surgir un video que se hizo viral, donde un conductor embiste con todo a los diputados de su estado por la falta de sensibilidad y capacidad social y humana, al no apoyar a un chico que irá como representante de nuestro país a un evento muy importante. Le dieron mil seiscientos pesos entre todos.
¡No se vayan a volver pobres! Y los apoyos son a cuentagotas. Siempre hay quien no tiene esos merecimientos para trabajar y ocupa cargos o puestos. La verdad, duele ver este trío de acciones, y más, vivirlas de cerca, porque somos de la idea de que, cuando una persona se prepara a conciencia, hace su trabajo de la mejor manera posible, logra establecer muchas cosas importantes en su fuente laboral y deja el alma en cada acción, no es justo que se le margine o no se le den oportunidades.
Es como lo que pasa en los equipos de fútbol, que marginan a los que están luchando por una oportunidad, y de repente compran a alguien precedido de fama que cobra mucho más, y a veces, como suele suceder, no desquita lo que se pagó por él.
Las oportunidades de estudio y laborales deben ser para los que lo merezcan. No toda la gente está preparada para el éxito o para estudiar tales o cuales cosas.
No todos están destinados a obtener un doctorado y convertirse en expertos investigadores; no todos pueden lograr una maestría y ser expertos en su área de influencia. En la sociedad hay de todo y todos los niveles económicos, culturales, académicos, laborales y de mandos de toda índole. Imaginemos qué sucedería si fuéramos todos generales: no habría tropa para hacer las acciones, y eso no puede dejar dividendos positivos de ninguna manera, o así lo vemos nosotros.
El gobierno de Tamaulipas ha estado insistiendo en que haya oportunidades para nuestros jóvenes a través de las llamadas Ferias del Empleo, aunque la verdad sea dicha, los ofrecimientos a puestos laborales son para tamaulipecos con bajo perfil: quien está bien preparado tiene que buscar otras cosas en otros lares, porque aquí no hay oportunidad, y eso duele.
Duele, porque quisiéramos que nuestros hijos, nuestros jóvenes tuvieran la oportunidad de laborar en su campo de injerencia con las formas que ellos saben desarrollar, pero con la confianza de que tienen la misma o mayor capacidad para hacerlo.
Es importante, muy importante que sepamos valorar a los nuestros, a nuestra gente, y que tengamos la capacidad de ubicarlos donde mejor nos puedan servir, pero que no sea denigrante para ellos.
Los que no piensan así, son agachones con criterios de gusano, que gustan de aplastar a los que están cerca, a los que les hacen sombra, y eso duele mucho más, porque se llevan de encuentro a jóvenes tamaulipecos bien preparados.
Constituye una verdadera pena darnos cuenta que no hay oportunidades en la entidad para nuestros muchachos, y quisiéramos que se valorara más a quienes se han preparado a conciencia, los que tienen mucho que aportar a la sociedad, y que no se les deje fuera de las plazas laborales.
Ellos, como todos nosotros, también tienen derecho a buscar su subsistencia a través de un trabajo honesto y profesional. Y esa oportunidad, estamos obligados a otorgárselas por gratitud, por justicia y porque lo merecen.
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