El tema da para mucho, y habrá que analizarlo fríamente.

No pretendemos defender ninguna instancia, opción, persona o institución, pero sí aclarar algunas dudas en personas que gustan de los números.

Ciudad Victoria, capital del estado de Tamaulipas cuenta, según el INEGI (2014) con 328 mil 900 habitantes, distribuidos en distintos rangos de edad, pero a ciencia cierta, esos somos.

Según organizaciones mundiales, cada persona, en promedio, consume 200 litros de agua, considerando necesidades de aseo, fisiológicas, de hidratación y más, es decir, que los requerimientos del vital líquido diariamente para nuestra ciudad deben de ser del orden de los 65 millones, 780 mil litros CADA DÍA.

Si seguimos los números, sabríamos que se requiere de 2 millones, 740 mil 083 litros por hora, lo que nos dice que cada minuto Victoria necesita 45 mil 613 litros de agua, y que significa que cada segundo tenemos un gasto de 761.13 litros.

Esos son los números de lo que se necesita para nuestra ciudad como mínimo, sin considerar la temporada infernal que hemos vivido y que ha propiciado que el consumo de incremente porque hay más duchazos, más toma de líquido y más consumo en general, junto con la falta de lluvias. Ahora bien, los pozos de La Peñita nos entregan hoy en día alrededor de 20 litros por segundo, y el acueducto de la Presa Vicente Guerrero nos ofrece algo así como mil litros, con lo que se debe garantizar el gasto de los victorenses.

Cuando se inauguró e acueducto se dijo que tendría una vida útil de 25 años. Américo Villarreal, gobernador de aquel tiempo entregó la obra y sentenció que haría que construir la segunda línea, con carácter de urgente. Hoy, el futuro nos ha alcanzado, y la desidia de los gobiernos propicia que no tengamos esa línea con la que el abasto quedaría conjurado.

Sobre los gastos, es importante saber que del Acueducto de la presa la Comisión Federal de Electricidad cobra alrededor de 6 millones de pesos al mes a la Comapa.

Si tuviéramos, por ejemplo, 100 mil tomas en la ciudad, estamos hablando que por cada toma existente, Comapa paga alrededor de 60 pesos solo de luz del Acueducto, más gastos de operación (mantenimiento, administrativos, empleados de campo, insumos, materiales y tuberías para reponer, entre otros) que obviamente implican una erogación importante.

Hay que imaginar que el agua cuesta mucho tenerla, y para muestra, lo anterior. Si nos ponemos a pensar en que hay falta de voluntad, hay que entender que de las 100 mil tomas aproximadamente de que se tiene registro, un porcentaje considerable no paga su servicio, y otro tanto no está dado de alta, teniendo tomas clandestinas que significan fugas en el ingreso del líquido.

¿Cuál es entonces el gran negocio de Comapa?

Cierto, requerimos un servicio eficiente, humano, congruente y eficiente, pero no podemos exigir más de lo que puede darnos el organismo. El agua tiene que sacarse de pozos y mantos acuíferos, es decir, no se fabrica, no hay forma de hacerla o producirla, por lo que hay que buscar por todas partes.

Si a eso agregamos la falta de lluvias, entenderíamos la necesidad que hay de cuidar el líquido, de no desperdiciar de esa forma tan criminal nuestra agua, porque a muchos les hace falta.

Sectores de la ciudad tienen una altitud mayor que el acuaférico y las tomas de abastecimiento, por lo que hay que rebombear el agua luego de ser tratada, y eso incrementa los gastos.

Y si no pagamos, más difícil será para el organismo.

Hay que exigir, pero cumplir y hacer conciencia de la necesidad de cuidar el recurso natural que es vital para nuestra existencia.

Imagine entonces, cuánto cuesta cada litro de agua que llega a su grifo, en el baño, la cocina o el patio, y el esfuerzo que implica para que usted solo abra una llave y… ya.

Hagamos conciencia, no seamos pesimistas ni culpemos a una persona. El problema se genera porque no hay agua, no llueve, y la poca que hay se desperdicia.

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