Se dice que los días de descanso, en realidad no lo son tanto, porque se tiene la falsa idea de que hay tiempo suficiente para realizar todo lo que te propones, pero esto no es así, porque en un abrir y cerrar de ojos, del día se pasa a la noche, entonces, es cuando aparece esa sensación de insatisfacción e inconformidad, de que se ha empleado mal el tiempo libre por no planear en forma adecuada las actividades, pero donde aún se tiene la esperanza de recuperarlo al día siguiente, resultando que el día pareció igual de corto que el anterior.

Me pregunto: ¿habrá personas que en verdad se sienten satisfechas con la forma de gastar su tiempo en cosas que no se planearon, pero que en el momento se volvieron prioritarias? Si permaneces en un solo sitio esperando a que las cosas sucedan, seguramente el sentimiento de frustración será aún mayor.  Es en esos momentos a los que he denominado de aislamiento social, cuando quisiera retroceder el tiempo para volver a vivir los momentos en los cuales la luz que emanaba de mi cuerpo, era producto de una interacción tan dinámica, que mi cuerpo fungía como un verdadero generador de energía, cada movimiento era aceleradamente armónico y efectivo, porque se obtenían los resultados esperados, y después del gran esfuerzo, el cuerpo reclamaba para sí un merecido descanso, así es que podías quedarte dormido recostado en un sillón, en la cama, un catre de lona de los de tijera o en una hamaca, siendo tan profundo el sueño y sin sobresaltos, que al despertar te levantabas como impulsado por un resorte y se reanudaban las actividades, pareciendo que de tu cuerpo saltaran chispas y  se sentía la fuerza de cada palabra que salía de tu boca, que parecían a su vez utilizar  al viento, como vehículo para llegar a donde se quería, sin la posibilidad de malinterpretación de los mensajes emitidos, ya fueran las respuestas de tus padres, de tus amigos, de tus compañeros de trabajo o de escuela, todo tenía un sentido claro, esto debido a la atención que se le prestaba a lo que se decía, no había pues, cabida, para la simulación y la hipocresía; sobraba la motivación por la sana competencia que privilegiaba antes que el egoísmo personal, la amistad y el franco deseo de conservar la relación humana que unía a las personas, el crecimiento no se limitaba a lo personal, sino a la del grupo o los grupos a los cuales sentía pertenecer.

Hoy por hoy la interrupción del contacto personal durante la pandemia, ha ocasionado una especie de parálisis, por la atrofia del movimiento al que se estaba acostumbrado, ahora las personas afectadas, igualmente ponen en evidencia un estado de latencia mental dejando que otros tomen las decisiones que les corresponden; algunas voces han proclamado que este es el tiempo de los que esperaron su oportunidad, son los llamados  meditabundos, quienes al posesionarse social, económica y políticamente, empiezan a moverse en un ambiente de ciencia ficción, emulando a las películas donde el ser humano, es transformado en Zombis para moverse  a una sola voz en busca de lo que suponen es su meta más significativa.

 

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