El domingo 19 de mayo fue el tercer y último debate de los candidatos a la presidencia de la República. Las confrontaciones formales causan gran expectación e interés en los ciudadanos, tanto que se ha comentado la gran audiencia registrada, lo que en medios llaman el “rating”. Hoy me gustaría hacer unos comentarios sobre este ejercicio democrático.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional Electoral, el Tercer Debate Presidencial titulado Democracia y gobierno: diálogos constructivos que se realizó en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue visto por 11.6 millones de personas mayores de 18 años en televisión, y 13.9 millones de personas según la medición de la empresa HR Media. 55 % de la audiencia fueron mujeres. Asimismo, cada persona vio en promedio 34 minutos del debate. Respecto a las y los televidentes, el 43 % fueron amas de casa. En cuanto al rango de edad el 41 % tienen de 30 a 54 años.

Tengo la creencia de que el hecho de que dos mujeres sean, de acuerdo con las encuestas, las candidaturas con más posibilidades de llegar a la Presidencia es parte de este gran interés. Como comenté en una entrega pasada, tuve el privilegio de participar en un libro dedicado a la posible Primera Presidenta de nuestro país. En mi texto expuse el significado de la creciente llegada de mujeres a San Lázaro y como ello ha implicado legislar en favor del cierre de la brecha de género y el camino que llevó a hoy contar con mujeres presidiendo dos de los tres poderes fundamentales de la República: El Congreso de la Unión (Presidido por la Diputada Marcela Guerra Castillo) y la Suprema Corte de Justicia de la Nación (Presidida por la Ministra Norma Lucía Piña Hernández), sin olvidar que la Cámara de Senadores actualmente también cuenta con una Presidenta, la Senadora Ana Lilia Rivera Rivera. Por todo ello, y lo que significará como ejemplo para las niñas y jóvenes mexicanas, la posibilidad de tener una mujer Presidenta creo que ha contagiado de emoción a la mayoría de los ciudadanos y también a las y los adolescentes y niños.

Sobre la influencia de los debates en el sentido del voto de quienes acudirán a las urnas, existe gran controversia y diversidad de opiniones. Hay quien ve poca influencia de los debates y cree que simplemente confirman preferencias. Otros afirman, con el apoyo de algunos sondeos, que hay quienes los usan para decidir su voto. Creo que sea como sea, son ejercicios interesantes. Influye el formato, el tiempo, las características de los moderadores y las reglas pero finalmente sí existe la posibilidad de escuchar propuestas, y también de ver confrontaciones directas, que al ser humano por naturaleza resulta siempre atractivo.

No usaré este espacio para pronunciarme sobre detalles específicos de los tres debates ni sobre el desempeño de las candidatas y el candidato. Creo que cada uno de los lectores ha formado su opinión con su valioso criterio y además se ha discutido ampliamente en medios y en redes sociales, con todos los puntos de vista, con intenciones de análisis y también con intenciones políticas. Simplemente diré que aplaudo todos los ejercicios que favorezcan la efervescencia por el interés en los sucesos del país, por la emoción y satisfacción que puede encontrarse en la política y en los sucesos públicos y por la posibilidad de que los ciudadanos puedan conocer un poco más de quienes son los candidatos, ya que en los que resulten ganadores estará parte del destino de nuestra gran Nación.

 La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión