Nuevamente las redes sociales nos han regalado un tema en el que se ha invertido demasiado tiempo que cuesta dinero y deja latentes las amarguras de muchos, frustraciones de otros y desconocimiento de una gran parte, sin que haya quien tenga razón en el tema, pero por lo general es la gente que calla y escucha.
Un incidente con un otrora hermoso árbol casi frente a la presidencia municipal causó la polémica, abrazada más por la pasión y la ignorancia que por la verdad: las imágenes de “alguien” malintencionado que filmó el momento en que las sierras hacen leña a un árbol, con comentarios insidiosos que dejan entrever maldad política y atacan a la actual administración nos ponen a pensar en la verdad acerca de todo esto.
Somos partícipes de que toda administración de los tres niveles debe propiciar, hoy en día, el incremento de árboles para tratar de limpiar un poco el planeta que nos hemos encargado de destruir: hoy necesitamos muchos más pulmones que antes, y la mejor forma es sembrarlos.
Vemos al famoso “orejón” del 17 y nos vanagloriamos de tenerlo ahí, pero ¿se ha puesto usted a pensar quién lo sembró y hace cuánto?
Los árboles no crecen por decreto, sino que hay que plantarlos y regarlos pacientemente durante años para que nos den esa sombra maravillosa que es vida, y si no comenzamos a sembrarlos, difícilmente nuestros hijos podrán disfrutarlos.
Nosotros no vamos a tener su sombra, como sucedió cuando Américo Villarreal Guerra construyó el Planetario y los árboles de ahí los veíamos como simples varas o ramas con hojas. Hoy, poco a poco nos están regalando sombra que en ese tiempo veíamos imposible.
El árbol del 17 estaba enfermo y cayó víctima de su edad y achaques: se cayó, nadie lo tiró, y provocó un accidente, por lo que había que talarlo, quitarlo para garantizar la seguridad ciudadana.
Y muchas veces se talan porque no son inmortales: tienen ciclo de vida y hay que entenderlo. No toda la tala es inmoderada e irresponsable. No achaquemos a la autoridad males que no le competen.
Exijamos que nos incrementen el número de ejemplares silvestres ara bien del ambiente, pero no dejemos todo el peso en ellos: entendamos que algunos árboles enferman y hay que quitarlos. No nos vayamos con el chisme de lavadero que es Facebook y demos “like” a un argüendero que quiere sembrar inconformidades en nuestra comunidad. Entendamos por qué se hacen las cosas.
Es probable que mucho de lo que se mal informa es producto del silencio oficial, así que exijamos a la autoridad un canal adecuado para informar sus acciones y que nos expliquen -para eso están- cada cosa que hacen. No se mandan solos, son producto de nuestra decisión y nos deben información veraz.
Que se quiten ese halo divino y se bajen a nuestras calles y nos informen. Nadie ha dicho qué sucedió con ese árbol, y es necesario que los ignorantes sepan y se cultiven y entiendan por qué se ha talado. No ha sido arbitraria la decisión, pero tenemos que saber quién la soporta técnicamente.
Deben recordar que están ahí, gobernando porque NOSOTROS LOS PUSIMOS, nosotros decidimos quién gobernaría, y eso lo tienen que corresponder con atención e información.
Y a los que se han dedicado a denostar a Almaraz y su gobierno y a culparle por un árbol que se hizo viejo, hacerles ver que si no tienen simpatía para el alcalde con licencia, es muy respetable su opinión, pero no deben achacarle situaciones que salen del alcance de cualquiera.
Tenemos derecho a la información, así que, por favor, que nos digan qué sucede y por qué sucede, para que no haya malos entendidos. Y a los chismosos del Facebook, cuiden por favor sus comentarios que tanto daño hacen a Victoria.
Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com